ECONOMÍA – El Covid-19 agudizó la larga agonía de los sectores vulnerables

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Un informe de la UCA y la CAF puso la lupa en el impacto de la pandemia en los sectores pobres informales. La profundización de una larga crisis, la valoración de las políticas públicas y los límites que imponen la frustración.

Juan, Karina, Pedro, Evelyn, Jaime, Gabriel, Angela, Malena, Eduardo y Miguel contaron su historia de vida, relataron sus días en pandemia, y expusieron en primera persona su difícil realidad. Pero no hablaban sólo de ellos, con sus palabras representan a cientos, a miles de argentinos, que son parte de sectores informales pobres, que vieron agravada su situación por la crisis económico-sanitaria que introdujo el Covid-19. Juan, Karina, Pedro, Evelyn, Jaime, Gabriel, Angela, Malena, Eduardo y Miguel son parte del 45% de la población que quedó bajo la línea de la pobreza, y alguno, de ese 10% que quedó bajo la línea de la indigencia. Son parte de una Argentina que no todos ven.

Una muestra de la alarmante situación que vivió el país en la pandemia, y que agravó la desigualdad generada por la política económica previa, quedó en evidencia al poner en marcha el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Sorprendió a propios y extraños que 9 millones de argentinos se anotaran para percibir esta asistencia. Durante el 2020 un 55,4% de la población estuvo alcanzada por la asistencia social, en alguna de sus formas. Sin embargo, si bien los programas sociales y las asistencias alimentarias directas compensaron en parte el deterioro de los ingresos en los momentos más duros, no resultaron suficientes. Y con el correr de los meses los sectores informales no lograron recuperar sus ingresos. La reactivación de la economía aún es muy dispar.

Durante la presentación del estudio “La voz de la informalidad”, realizado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina (Odsa-UCA) y la Dirección de Innovación Social de CAF (Banco de desarrollo de América Latina), se expuso un diagnóstico para el diseño de políticas públicas, a través de los casos se hicieron visibles las necesidades y demandas materiales, relacionales, emocionales e institucionales a las cuales el Estado debería dar respuesta en el contexto del Covid y la pospandemia.

Agustín Salvia, director del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (UCA); Ana Mercedes Botero, directora de Innovación Social de CAF; Alicia Gutiérrez, socióloga investigadora de la Universidad Nacional de Córdoba y Conicet; Soledad Villafañe, economista de la Cepal Argentina y miembro del equipo de investigación del Odsa y representantes de la CAF; y el politólogo Daniel Arroyo, ex ministro de Desarrollo Social de la Nación y de la Provincia de Buenos Aires; brindaron su lectura sobre el informe. El trabajo reúne una serie de estudios de caso que dan cuenta de diferentes mundos de vida, sufrimientos, sueños, expectativas y respuestas de sobrevivencia de los trabajadores del sector informal urbano durante los primeros meses de pandemia. En particular, en términos del enorme esfuerzo cotidiano desplegado por estos hogares para salir adelante en el contexto de crisis económico-sanitaria en la Argentina.

Durante un webinar quedó en claro que de este análisis surgen enseñanzas sobre las potencialidades de una sociedad empobrecida afectada por una crisis. Pero también se evidencian problemáticas que demandan un debate público mucho más amplio, así como políticas orientadas a dar una respuesta estructural y estratégica a la nueva “normalidad” que afecta a los sectores informales urbanos pobres.

“Hay un dato ineludible: la pandemia por Covid-19, que nos afecta desde marzo de 2020, dejó y dejará en nosotros, individuos, y en el tejido social, consecuencias de dimensiones inimaginables. El virus, la pandemia, nos transformó y nos seguirá transformando”, señaló Arroyo sobre el texto que refleja 10 historias de vida sobre el mundo informal bajo el Covid-19 en el Área Metropolitana de Buenos Aires.

Salvia, por su parte, indicó que “estos sectores no sólo son los más afectados en contexto de pandemia, sino que también serán los que quedarán más rezagados en tiempos de pospandemia”. Advierte que “sus únicos soportes siguen siendo el trabajo informal y una asistencia pública, pero ambos son paliativos”.

El director del Odsa planteó “la enorme deuda que tiene el sistema social y político para invertir más y mejor en el desarrollo de trabajo para estos sectores en función de mejorar su presente a través del trabajo, que es la gran expectativa social, una demanda subterránea, a veces implícita en la falta de un horizonte”.

Por su parte, Botero consideró que el estudio “visibiliza rostros y necesidades de colectivos muy vulnerables para transmitir la necesidad urgente de responder, de forma efectiva y práctica, a esta situación”. En ese sentido, apuntó que el estudio es “un insumo para los decisores de políticas, para que se puedan desarrollar y generar políticas que aporten soluciones para la recuperación económica y social”.

Gutiérrez, en tanto, remarcó la tremenda crisis generada por la pandemia pero que viene a reforzar un estado de crisis que “en el país viene desde hace mucho tiempo”.

“No basta con describir un estado de situación, interesa explicar qué hacen las personas para reproducir la desigualdad social y que hacen para resistir, tienen una enorme capacidad para reconvertirse”, subrayó la socióloga e investigadora del Conicet, para quien “estos relatos, no son meros relatos, son sentidos vívidos”.

Villafañe apuntó la necesidad de “pensar la informalidad como dinámica” y subrayó la necesidad “trascender la mirada de situaciones más estáticas”. En ese sentido, consideró de gran importancia la información que generó el IFE y el Registro Nacional de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (Renatec), que “dan elementos para pensar estrategias en el mediano y corto plazo”.

La economista de la Cepal expresó su alarma ante el nivel de endeudamiento de los hogares. “Estamos haciendo una encuesta sobre eso y la recuperación no es lo mismo si uno parte de un nivel de endeudamiento altísimo”, reseñó, al tiempo que mostró algunos números que dan cuenta de que el sector informal recurrió a préstamos familiares, bancarios, usurarios para enfrentar sus gastos.

Respecto al endeudamiento de los hogares planteó que “se requieren medidas especiales para que la reactivación y la recuperación de ingresos se transforme en una mejora concreta de la situación de los hogares”.

Arroyo redondeó algunos de los ejes a tener en cuenta para el desarrollo de políticas públicas y consideró que el tema del endeudamiento es crítico y “hace que las familias no arranquen de cero el mes sino de menos diez”.

“Hablar de créditos usurarios es ser respetuoso, son al 200%, es casi una mafia”, resaltó y describió que “las familias viven debiendo plata permanentemente, ven qué pueden pagar de cuotas y refinancian y refinancian y eso marca un nivel de precariedad complejo”.

Para el ex ministro de Desarrollo Social son temas centrales a trabajar, el precio de los alimentos y el endeudamiento. “Van cabeza a cabeza, el deber plata permanentemente genera incertidumbre y tensión”, subrayó, al tiempo que habló del concepto de exclusión que se respira en el sector informal donde “las chances de encontrar un trabajo con ciertas reglas no está, por condiciones de vivienda, por edad, porque la situación se agrava” y de esta forma “la pelea pero arranca con la idea de que está afuera”.

Arroyo remarcó la importancia de que esta parte de la población cuente con un ingreso consolidado a través de asistencias como la Asignación Universal por Hijo (AUH), Tarjeta Alimentar o IFE en su momento. pero siempre “es necesario trabajar para completar el ingreso porque va subiendo el costo de vida”.

“La asistencia da un horizonte, el 5 cobro Potenciar Trabajo, el día tal AUH, el viernes tanto se carga la Tarjeta Alimentar. Pero estamos obligados a repensar políticas universales más amplias. Unos 4,5 millones de chicos cobran la AUH casi similar a la Tarjeta Alimentar, un millón Potenciar Trabajo. No alcanza, genera un horizonte de temporalidad pero no enganchado con el trabajo genera tensión para los que no lo tienen”, resaltó el candidato a diputado nacional por el Frente de Todos en la provincia de Buenos Aires. Acá también entra en escena el precio de los alimentos, ya que su espiral empinada llevó a las familias más vulnerables a basar su dieta en harinas y no en proteínas.

Ingreso base

Arroyo propone que otro eje a abordar en las políticas públicas a desarrollar tiene que ver con la precariedad del trabajo: se trabaja pero no alcanza, y se trabaja mucho y no alcanza. “Es muy precario. Hago bolsitas pero me pagan 20 centavos. La mano de obra intensiva genera ingresos, en un nivel de precariedad absoluto y eso requiere un debate profundo”, señaló

Por caso, mencionó que la construcción, producción de alimentos, cuidado de personas, actividad textil y reciclado son cinco sectores demandantes de mano de obra pero con un alto nivel de precariedad. Como ejemplo mencionó que un peón de albañil gana 700 u 800 pesos por día. “Este es un tema clave para estudiar, ver si generamos un ingreso de base”, propuso.

En tanto, destacó que a pesar del complejo contexto, una de las pocas cosas que sigue en pie y no hay discusión es el estudio. Podrá haber críticas sobre la escuela pero “toda familia sabe que sus hijos tienen que estudiar, saben que si sus hijos están en la escuela algo bueno pasa” y por eso en estos tiempos Arroyo planteó que es fundamental la conectividad. También el tema de la vivienda es fundamental, ya que la pandemia visibilizó problemas estructurales, como el hacinamiento que atraviesan muchas familias. “Una dimensión para trabajar”, subrayó.

“La pobreza no es solamente un tema de ingreso, pero hay un problema serio hoy de dificultades para llegar a lo básico que es lo alimentario. Hay que ir por un ingreso universal de base, o el nombre que fuera. Al IFE accedieron 9 millones de personas y unos 3 millones volvieron a la situación previa, se reinsertaron, las otras no. Ese esquema tiene que dar debate a un ingreso de base, que debe tener una contraprestación. Tenemos que transformar los planes de trabajo de un modo amplio, cómo se construye trabajo masivo. Otro tema es la agenda del empleo joven, el primer empleo, inclusión en el mundo laboral y educativo. Hay un mundo del trabajo cambiando, tecnologizado, de los unicornios”, resaltó Arroyo para quien la red social, el tercer sector, las organizaciones sociales son parte de la solución para reconstruir el tejido social.

Fuentes: lacapital.com