Cómo se mueven el PBI y la recaudación de la AFIP en términos reales, así como el ritmo del empleo y los salarios en blanco y en negro, y la variación del consumo de productos nacionales e importados.
Después de una notable mejora de los ingresos tributarios en diciembre 2021, favorecida casi en exclusiva por el inusual incremento de los recursos generados por el cobro de retenciones sobre las exportaciones, en enero 2022 la recaudación de la AFIP volvió a mostrar una clara ralentización en el agregado total, al punto que acusó el menor aumento en términos reales de los últimos 16 meses.
Claramente, los nuevos impuestos, como el PAIS sobre las compras de dólar para ahorro (Para una Argentina Inclusiva y Solidaria), el incremento de las retenciones sobre las exportaciones primarias, el cual se vio potenciado por la concurrencia de una singular cosecha 2020721 y otra vez excepcionales precios internacionales de las materias primas, juntamente con la regularización del pago de aportes y contribuciones a la Anses sobre la nómina salarial, luego de que el organismo habilitara diversos planes de facilidades para los sectores afectados por la crisis sanitaria, y la recuperación de la actividad agregada, le posibilitaron a la AFIP coronar 17 meses consecutivos con suba real del agregado de los ingresos obtenidos por la DGI, Aduana y la Administración de la Seguridad Social.
Sin embargo, ese desempeño se desdibuja cuando se lo compara con el ritmo de variación que en igual período acusó el Estimador Mensual de Actividad de la Economía (EMAE) del Indec, habida cuenta de que entre septiembre 2020 y enero 2022 anotaron 8 brechas negativas, concentradas en los últimos 9 meses -se interrumpió circunstancialmente en diciembre 2021- y una diferencia en el rezago en torno a 10 puntos porcentuales en el primer mes del nuevo año.
Ese comportamiento estaría indicando que la economía se está moviendo no sólo a dos ritmos diferentes, más lenta la formal o registrada, que es la que capta la recaudación de la AFIP; y más dinámica, pero con menos impacto en el agregado, la informal que se comprueba con un rezago trimestral en las estadísticas de empleo que se desprende del Sistema Integrado Previsional Argentino que nutre la serie de Indicadores Laborales del Ministerio de Trabajo, y la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec que a través de los indicadores socioeconómicos y el Índice de Salarios, aporta datos sobre los puestos de trabajo no declarados (sin aportes jubilatorios).
Por el lado de la economía formal, los últimos datos oficiales mostraron que en enero lo ingresado por el cobro de IVA sobre la producción nacional se incrementó 45,3% respecto de un año antes, casi seis puntos porcentuales menos que la tasa de inflación en ese período de 12 meses, que implica una caída del consumo de productos de fabricación local en un 5,3 por ciento.
Por el otro, lo ingresado a la Aduana de IVA por importaciones, subió 58,7% nominal, que deducido el efecto de la devaluación nominal del peso en 19,6%; y del incremento del 19,3% en las cantidades ingresadas, arroja un estimado del crecimiento real del consumo de productos foráneos del orden de 11 por ciento.
La conjunción de esos dos componentes en el gasto de las familias arroja una caída agregada del consumo global -nacional más importado- de 3%, aproximadamente.
El mercado laboral
Una brecha similar, aunque dentro del terreno de las variaciones positivas, se observa en la dinámica de las tasas de recuperación del empleo total registrado, y el agregado de los puestos ocupados en negro.
En el primer caso, la serie de Trabajo consolida tres trimestres consecutivos de aumentos, luego de 11 períodos de tres meses seguidos con disminución en comparación con similar tramo del año anterior, pero con tasas de variación positiva que fueron menos de la tercera parte de la que siguió el ritmo de reactivación de la economía en su conjunto. Y aún se encuentra unos 30 mil puestos por debajo del máximo histórico registrado en el último cuarto de 2017, previo al inicio de la faz recesiva prepandemia. Si se ajusta la serie por el crecimiento vegetativo de la población económicamente activa, el atraso en la generación de empleos en blanco afecta a más de 500 mil personas.
En los empleos informales, los cuales habían sido los más afectados en el primer tramo de la crisis sanitaria, mantuvieron por tercer trimestre consecutivo tasas de incremento muy superiores a la del PBI, habría ascendido a casi 7,5 millones de puestos a fines de 2021, tras alcanzar un récord de 7,6 millones en el tercer trimestre de ese año.
Se estima que el ingreso promedio de los puestos en negro es del orden de la mitad de la que obtienen las posiciones en blanco, en términos de salario de bolsillo se trata de una brecha de $40.000 para el primer segmento, y de $80.000 para el segundo, aproximadamente.
Esa disparidad de comportamientos de los puestos de trabajo también la detectó el Indec en la Encuesta Permanente de Hogares que hace mensualmente para estimar el Índice de Salarios de la economía.
Frente a una tasa de inflación que cerró 2021 en 50,9%, el salario para el trabajador privado en relación de dependencia aumentó 55,3%; el de los asalariados ocupados en el sector público en su conjunto 58,6%; y en el promedio de los puestos en negro 40,6%. En los primeros dos casos significaron sendas recuperaciones en términos reales -ajustada por inflación- de 2,9% y 5,1%, respectivamente. En el tercero, por el contrario, implicó una pérdida de 6,8% en la capacidad de compra.
El resultado agregado para el empleo asalariado que representa casi 3 de cada 4 puestos totales -un tercio suman los autónomos, monotributista y monotributista social- fue en 2021 de una modesta suba real de los ingresos de 1,7%, la cual fue insuficiente para recuperar la caída de 2,3% ocurrida el año previo, pero insuficiente para poder proyectar un aumento dinámico del consumo.
De ahí la brusca desaceleración de la tasa de crecimiento que el consenso del mercado espera para 2022, de un rango de 10% en 2021 a la zona de 3% ahora, y la perspectiva de que resulte menor si persiste la división en la coalición de gobierno que amenace la posibilidad de llegar a buen término con el acuerdo de entendimiento con el FMI anunciado el 28 de enero último.
Esa perspectiva parece estar implícita en las expectativas de los industriales para los primeros tres meses de 2022 respecto del desempeño que tuvieron sus plantas en igual tramo del año anterior.
Si bien en general se percibe un predominio de respuestas positivas (expansivas), sobre las negativas (disminuciones), en todos los casos, tanto en lo que respecta a la actividad, la demanda y el empleo, se advierten una alta proporción de los industriales que proyectan recortes.
Incluso, pese a que el Banco Central está necesitado de recomponer su posición de activos externos, más allá de que sea una recomendación permanente de los técnicos del FMI, se advierte un nuevo saldo neto negativo en el resultado de la balanza comercial que se desprende de la encuesta, habida cuenta de que las exportaciones suben para 4,2% de los consultados, mientras que las importaciones se expanden para 10,3 por ciento.
Fuente: infobae economico