El dato de abril empujó a la inflación acumulada en 12 meses al peor número desde 1992. Para encontrar una cifra más alta, hay que remontarse a la hiperinflación de fines de los 80 y principios de los 90.
La inflación interanual superó así el récord que había alcanzado en mayo de 2019, plena presidencia de Mauricio Macri, cuando había llegado al 57,3% en doce meses. Así, este último año fue el peor en materia de dinámica de precios desde la hiperinflación.
Hasta el mes pasado, la inflación de doce meses llegaba al 55,1 por ciento. Con sólo marcar 5,6% en abril hubiera alcanzado para impulsar esa cifra al 57,4%, el peor dato en 30 años. En mayo de 2019 el Índice de Precios al Consumidor Nacional elaborado por el Indec marcó una variación del 3,1 por ciento. No fue el peor mes de la era de Macri en la presidencia de la Nación, pero sí marcó el pico en términos interanuales.
En abril, las categorías que aumentaron por sobre el promedio fueron Indumentaria (9,9%), Restaurantes y Hoteles (7,3%) y Salud (6,4%). Alimentos y Bebida tuvo un incremento de 5,9 por ciento.
Con esa variación -y gracias a picos mensuales como el 6,7% de septiembre de 2018, el 5,4% del mes siguiente y el 4,7% de marzo de 2019- la inflación interanual alcanzó el 57,3%. Ese período de doce meses finalizado en mayo de 2019 se transformó en ese momento el año de más alta inflación que habían tenido que enfrentar los argentinos casi 3 décadas.
Para encontrar una variación interanual más alta hay que remontarse a enero de 1992, cuando la economía menemista empezaba a salir de la hiperinflación. En aquél mes, el acumulado de doce meses había caído al 76% y, desde entonces al menos hasta ahora, nunca se vio en la argentina una variación anual mayor del índice de precios. Los datos interanuales todavía pueden empeorar. Al menos si nos basamos en las expectativas que manejan los especialistas.
Según el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central, la mediana de previsiones relevadas en esa encuesta alcanzó el 65,1% para diciembre de este año. En el Poder Ejecutivo ya manejaban la posibilidad de que el IPC de abril debía ser cercano al 6 por ciento. Hacia adelante, las esperanzas están puestas en que en mayo, pasada la escalada inicial de precios por la guerra en Ucrania, la inflación vuelva a un nivel pre conflicto bélico, en un rango de entre 3 y 4 por ciento.
En el Poder Ejecutivo confían en el programa macroeconómico que firmaron con el FMI como sendero para establecer condiciones de desaceleración inflacionaria, pero aseguran que ese efecto todavía no tiene lugar porque “es muy nuevo”. La tesis del ministro de Economía es que habría en los meses siguientes, ya sin una presión –según esperan– tan pronunciada del frente inflacionario externo, una tendencia de desaceleración, por lo que la peor parte del impacto en los precios ya debería haber sucedido.
Según sostiene el jefe del Palacio de Hacienda, hay una serie de medidas que “preparan el terreno” para una menor presión inflacionaria. Las tres están relacionadas con el programa económico acordado con el Fondo Monetario Internacional: la reducción del déficit primario, el recorte de la emisión monetaria y la acumulación de reservas.
De acuerdo a esta hipótesis un plan económico de estas características –que busca, como una de sus metas, alinear expectativas– debe tener, por definición, un apoyo político fuerte, por lo que un ruido interno de esa magnitud conspira contra su efectividad. Desde el Gobierno admiten ahora que un rango anual de suba de precios de entre 60 y 65% -este último número ya apareció en el REM en su última entrega- aparece como una posibilidad “realista”.
Tras el dato de abril, en el Ministerio de Economía destacaron una “reducción” de la inflación, más allá de que continúa en niveles mensuales e interanuales históricamente altos. “El Índice de Precios al Consumidor de abril redujo su tasa de aumento a 6% mensual, luego de haber aumentado 6,7% en marzo, en parte, traccionada por las consecuencias económicas de la guerra en Ucrania”, argumentaron.
“A nivel división, la inflación fue impulsada nuevamente por Alimentos y Bebidas no alcohólicas que, si bien redujo a 5,9% mensual, volvió a ser la categoría que más aportó (1,7 puntos porcentuales). Dentro de la división, las mayores subas se dieron en Aceites y Pan y Cereales, que tuvieron subas de entre el 8% y 15% según la región, seguido de Carnes y derivados y Lácteos, con subas de entre el 5% y 7%. Estos rubros fueron los más afectados por la suba de precios internacionales de los principales commodities durante los últimos meses, debido a la sequía, pero también al conflicto bélico”, comentaron desde el Palacio de Hacienda.
“Por otro lado, Frutas sigue estable con subas en torno al 2,2% mensual, mientras que las Verduras cayeron en varias regiones, luego de subir por encima del 20% en enero y febrero y estabilizarse en marzo. Este comportamiento también se observó a nivel global, donde la inflación minorista continúa acelerándose, alcanzando valores récord en décadas, impulsada por alimentos, energía, transporte, vivienda e indumentaria”, consideró el Ministerio de Economía.
Fuente: infobae