En 2022, de acuerdo con estimaciones privadas, se va a ubicar en un nivel igual o menor al de 2021, que fue del 29,08%. Esto se debe más que nada al aporte del dólar soja, ya que hasta agosto la presión venía bajando.
En términos del producto, los impuestos a la “producción, la exportación y el consumo” tanto nacionales como provinciales representan cerca de 17,1%; los que gravan a los ingresos, utilidades y ganancias de capital, el 5,08%; y los relacionados con la propiedad, solo en 1,68%, de acuerdo con datos de la Secretaría de Ingresos Públicos a diciembre de 2021. La estructura se ha mantenido casi inalterable con algunas variaciones menores en los últimos años.
Nadín Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), estimó, en declaraciones a Ámbito, que “este año la presión fiscal va a estar igual o más baja que la del año pasado”. Eso se debe, explicó, a que “la recaudación va a crecer alrededor del 4%, al igual que el PBI”. También planteó que para 2023 el proyecto de presupuesto que presentó Sergio Massa prevé un crecimiento de la economía del 2%, mientras que la evolución de los tributos va a estar por debajo.
El economista recordó que el Gobierno impulsó la modificación del Impuesto a las Ganancias para las empresas, que le dio progresividad. “Este año las empresas grandes volvieron a pagar 35%”, explicó. Ganancias de las sociedades ahora tiene la progresividad que tiene el mismo impuesto que pagan las personas físicas. En ese caso consideró que habría que resolver el problema de que las personas que entran al impuesto, dado su nivel de salario, rápidamente están pagando la alícuota más alta.
El titular del IARAF consideró que el desafío del sistema tributario argentino es “ganar mayor progresividad”. Según normas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el eje de la tributación sería basar la recaudación en los impuestos directos, es decir, las manifestaciones de capacidad contributiva de un sujeto, y disminuir la incidencia de los indirectos (como el IVA) que no hace diferencia entre las personas. Argañarás indicó, no obstante, que “en el actual contexto global todo es muy dinámico” ya que, por ejemplo, en Europa apareció la tendencia a incrementar los impuestos sobre las riquezas.
La presión tributaria efectiva del 29,08% de este año es inferior en un punto a los dos primeros años de la administración de Cambiemos, y levemente superior a la de sus últimos dos años. Claramente está por debajo del récord del 31,45% que hubo en 2015, que fue el punto más alto desde 2004.
El Impuesto al Valor Agregado (IVA) por sí solo explica el 7% del PBI de 2021. Bajó medio punto desde 2018, mientras que Ganancias explica el 2,49%, también con una caída de 0,3 puntos en ese período. Las retenciones a las exportaciones fueron en 2021 el 2,08% del PBI, lo que marca 1,31 puntos más que en 2018. Aportes y contribuciones a la Seguridad Social explicaron el 6,2% del Producto hace cuatro años y el año pasado el 5,08%.
Los impuestos provinciales a los bienes y servicios que están más ocultos para el público -el principal de ellos es Ingresos Brutos- representan el 3,84% del PBI. Si se suma al IVA, los impuestos relacionados con el consumo, que se pagan en el precio final, explican cerca del 11% del PBI.
Un elemento que hay que tener en cuenta al mirar todo el sistema es lo que se denomina Presión Tributaria Legal (PTL). Representa los ingresos que podrían reportar los impuestos si la evasión fuera cero. Es decir, que todo el mundo pague sus impuestos, como marca la ley. Un reporte de la Fundación Mediterránea de enero de este año indica que la PTL de Argentina es del 48%, igual que la de Italia y por encima de los Estados Unidos, donde es del 37%.
Fuente: ambito