ECONOMÍa – Caída del consumo, precios bajos, poco pasto: la ganadería cierra un año marcado por la crisis y la sequía

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El consumo no repuntó pese a que el precio de la carne subió menos que la inflación. La sobreoferta del mercado interno por la sequía inhibió grandes subas. Expectativas para 2023

El sector ganadero y la cadena cárnica se aprestan a cerrar un año por demás complejo. Varios factores, tanto de índole económica como climática, afectaron su desempeño. Así, 2022 será recordado como un año donde el consumo cayó a mínimos históricos a pesar de que el precio de la carne corrió por detrás de la inflación, hubo un desprendimiento casi obligado de animales por parte de los productores, debido a la sequía, que los forzó a sobreofertar el mercado interno al tiempo que la exportación se volvía más débil.

Según un informe de la consultora Ecolatina, el consumo de carne vacuna está en su nivel más bajo de los últimos 100 años con 48 kilogramos por habitante al año, muy por debajo de los de 73,4 kilos promedios del período 1914-2021, aunque es todavía la marca más alta a nivel mundial. Lo particular es que este menor consumo se da en un contexto de baja en el precio real de la carne, que se viene dando hace ya seis meses y que se destaca como una de las principales características del año para el sector. “Se registró un claro abaratamiento en el valor de la carne, en claro contraste con lo sucedido en 2020 y 2021″, dice un pasaje del informe.

De acuerdo al relevamiento del Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (IPCVA), en noviembre el precio minorista promedio de la carne bovina en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) volvió a caer en términos reales por sexto mes consecutivo, resultando 25% más barata que en mayo y 20% más económica que un año atrás.


¿Qué explica este comportamiento anormal de los precios, teniendo en cuenta los altos niveles de inflación y que para esta época del año el precio de la carne suele reacomodarse? La respuesta remite, como causas principales: a la sobreoferta de animales por la sequía, el bajo poder adquisitivo de la población y una exportación que tracciona cada vez menos.

Sequía y sobreoferta“La sequía que ha venido azotando a gran parte de la zona productiva del país genera que los productores anticipen la salida de animales de los campos por la menor disponibilidad de pasto para la alimentación del ganado y temores a la mortandad de los animales. En consecuencia, se adelanta el envío a faena o se ‘terminan’ los animales en corrales, agregándole más rápidamente los últimos kilos a base de granos”, explica el trabajo.

En ese sentido, apunta, “la producción de carne bovina ha venido garantizando un mercado bien abastecido, mientras que la ocupación de los feedlots se ha mantenido elevada”. Así, en el lapso enero-noviembre el volumen de producción trepó un 5% interanual y resultó 3% superior al promedio del mismo período en los últimos cinco años, favorecida por un importante incremento en el peso promedio de los animales faenados.

Además, según la Cámara Argentina de Feedlot (CAF) a inicios de diciembre los niveles de ocupación de los corrales acumularon 13 meses de alza, promediando en el año una ocupación del 62,4%, superior al 58,6% de 2021. Este panorama deriva en mayor presión bajista sobre los precios de la hacienda que se absorbe en el mercado local, sobre todo si se tiene en cuenta que el precio de la hacienda de consumo interno creció en noviembre solo 0,8% respecto a octubre y 32% interanual, 60 puntos por debajo de la inflación en el mismo período de 12 meses, en que superó el 92 por ciento.


A ese combo se suma un mercado exportador debilitado, no tanto en volumen como en precio, que resta tracción. Desde septiembre los precios de exportación pasaron de un promedio de USD 5.800 la tonelada en agosto a USD 4.200 en noviembre, debido al menor poder de compra de China y Europa frente al fortalecimiento del dólar y la desaceleración económica. “Esta dinámica deteriora la rentabilidad del sector exportador y su capacidad de impulsar la demanda de hacienda”, destacó la entidad.

Aumento y un 2023 con cambiosPor el lado de la demanda, los salarios de los argentinos, derruidos por la inflación, se erigen como el principal factor que explica no solo el abaratamiento de la carne, sino también la caída del consumo. Esto inhibe que el canal minorista, principalmente las carnicerías, pueda aumentar más los precios. Es por eso que el trabajo descarta que el usual reacomodamiento de precios de fin de año ocurra esta vez. “Históricamente, los dos últimos meses del año suelen ser momentos en los cuales el precio de la carne tiende a corregir eventuales retrasos”, dice al respecto.

Ecolatina remarca la conjunción de una mayor demanda ante el incremento en las reuniones sociales y el consumo fuera del hogar, pero también una oferta de hacienda terminada que empieza a ser cada vez más escasa a medida que se vacía el producto del llenado de corrales que se da usualmente hasta agosto. No obstante, por los factores mencionados previamente no se espera que esto ocurra este año”, remarcó.

Se estima así que el ajuste del precio de la carne en diciembre, para recuperar lo perdido en los últimos 6 meses debería ser de algo más de 30%, “a todas luces difícil de plasmar en este contexto de sobreoferta y frente a un consumidor que se viene mostrando más dispuesto a reemplazar el producto por alternativas más económicas”.

Lo que también se da por sentado es que estas condiciones van a cambiar para 2023, tanto en lo que se refiere a precios como a oferta, siga o no la sequía. “El adelantamiento tanto de la salida de animales de los campos como de la zafra, sumado a que en escenarios de sequía cae la tasa de preñez y destete, provocarían una menor oferta en el futuro, que a la vez llegaría con menos kilos logrados producto de la pérdida de rentabilidad de los feedlots”.

Con una reactivación de las lluvias, la oferta de carne también menguaría y se daría lo contrario a una liquidación de animales, pasando a una actitud de mayor retención de hacienda en los campos, pues mejoraría el escenario para producción a base pastoril. Estos ciclos de engorde más largos derivarían en un “bache transitorio de oferta” que se sentiría especialmente durante la primera mitad del año.

Fuente: infobae.com