ECONOMÍA – Cada vez hay menos nacimientos en Argentina ¿cómo impacta en la economía?

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La baja en la tasa de fecundidad pone en jaque la productividad pero a la vez abre una ventana de oportunidad para reducir la pobreza.

Distintos factores sociales llevaron a que la tasa global de fecundidad en Argentina haya disminuido 34% entre 2014 y 2020.Y las consecuencias se verán en el plano económico.

La dinámica demográfica impacta considerablemente en tendencias de mediano y largo plazo, con efectos sobre el desarrollo económico, la incidencia de la pobreza y los mercados laborales.

Rafael Rofman, magister en demografía social y economista, señaló que el principal efecto de la baja en la fecundidad se manifiesta con el envejecimiento de la población junto a importantes cambios en las demandas de la sociedad.

“Pero el desafío más importante en cualquier dinámica demográfica en el largo plazo es lograr que el PIB per cápita continúe aumentando aún cuando disminuya la cantidad de adultos en edad de trabajar”, señaló el especialista.

No obstante, desde el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), Juan Camisassa, magíster en economía aplicada, aseguró que “el descenso de la fecundidad general y, más particularmente de la adolescente, abre una ventana de oportunidad para reducir la pobreza“.

“El embarazo en edades tempranas, sobre todo cuando no es intencional, obstaculiza la continuación de los estudios y dificulta la inserción laboral de calidad de las mujeres jóvenes, lo que tiene consecuencias graves sobre su autonomía y potencia la reproducción intergeneracional de la pobreza”, agregó.

En este sentido, la efectiva implementación de la Educación Sexual Integral (ESI) en establecimientos educativos tanto públicos como privados cumple un papel fundamental en la prevención de embarazos no deseados.

“Ante este escenario, la fuerte caída de los embarazos adolescentes debe ser aprovechada para potenciar las trayectorias educativas y laborales de las jóvenes”, indicó Camisassa.

Los factores que disminuyen la fecundidad

Respecto a los factores y cambios que explican el descenso en la tasa de fecundidad, Rofman señaló: “En sociedades tradicionales, donde no hay un mercado de trabajo formal sino que la gente tiende a vivir directamente de lo que produce, donde las mujeres están relegadas a un rol secundario tanto en la sociedad como en la familia y donde la inversión que hay en los hijos es limitada, fundamentalmente porque el nivel de educación que reciben es menor, entonces la fecundidad es alta”.

“Pero en la sociedades modernas, donde se desarrolla un mercado de trabajo formal, donde las mujeres tienen más capacidad de tomar decisiones, más autonomía y la posibilidad de ejercer sus derechos de forma efectiva y donde además, hay una férrea decisión de invertir mucho más en los hijos, entonces inevitablemente, la fecundidad baja”, explicó Rofman.

“La gente tiene menos hijos cuando quiere que sus hijos vivan mejor, cuando las mujeres buscan ocupar roles en la sociedad no relegados a una figura secundaria sino de igual a igual con los hombres y cuando las familias no se estructuran de manera patriarcal, es decir, que las decisiones no se toman en función de lo que prefiere el ‘pater familia'”, agregó el especialista.

En este sentido, si bien el movimiento feminista ha logrado un gran avance en cuanto a la equidad, las tareas de cuidado siguen recayendo en la mayoría de los casos sobre las mujeres.

Basta con revisar la legislación vigente en Argentina, que establece una licencia por maternidad de 90 días (45 anteriores y 45 posteriores al parto), y la posibilidad de extensión por un período de entre 3 y 6 meses mientras que la licencia por paternidad consta de solo 2 días consecutivos al nacimiento.

Si bien los niveles de fecundidad varían en el largo plazo, en el medio hay muchas mujeres que quieren tener hijos pero no pueden debido a que “el precio a pagar” es muy alto: muchas veces implica abandonar su carrera laboral.

“Generalmente, para una mujer, abandonar sus aspiraciones profesionales es muy costoso, por lo que prefiere seguir trabajando a ser madre. Esto hace 50 o 100 años ni se consideraba. En este contexto, es donde se justifica impulsar políticas que aseguren que las mujeres puedan tener el número de hijos que deseen”, afirmó Rofman al respecto.

En este contexto, el especialista afirmó que “muchos países de Europa Occidental están haciendo esfuerzos para desarrollar programas que ofrezcan servicios de cuidado y transferencias de ingresos básicos para evitar que cuando una mujer se retira del mercado de trabajo temporalmente porque tuvo un hijo se genere un shock en los ingresos familiares”.

“Además, se están impulsando las licencias compartidas, lo que no solo es una cuestión de equidad, sino que además protege a las mujeres de la discrimación en el mercado de trabajo”, aseguró.

“Son medidas que funcionan para facilitarle un poco la vida a quienes quieren tener hijos pero no funcionan en términos de revertir las tendencias a largo plazo de disminución de la fecundidad y de estabilización en los niveles actuales (entre 1,6 y 1,7 hijos por mujer en promedio)”, advirtió.

¿En qué situación se encuentra Argentina?

“En la actualidad, el país se encuentra atravesando una etapa conocida como ‘bono demográfico’, caracterizada por una elevada proporción de personas en edad de trabajar con respecto a quienes se encuentran en edades dependientes (niños/as y personas mayores)”, indicó Camisassa.

“La mayor presencia de personas en edad activa permite maximizar los recursos generados en el país, generando oportunidades favorables para el crecimiento económico y para el sustento de políticas redistributivas”, agregó.

Cambios recientes en la demografía han profundizado el bono demográfico, pero también lo han hecho más corto en el tiempo.

Según un informe de Cippec, entre el 2014 y el 2020, la tasa global de fecundidad disminuyó 34%, lo que representa la caída más grande desde que se tienen registros anuales de esta variable.

Este fenómeno fue aún más fuerte en la adolescencia: en el mismo período, la tasa de fecundidad adolescente cayó 55%.

La menor presencia de niños/as aumenta la proporción de personas en edad de trabajar (profundizando el bono), pero acelera el envejecimiento poblacional”, explica Camisassa.

Las consecuencias de este último punto residen en que no solo habrá más gente demandando servicios de salud, sino también que el costo relativo a los servicios que necesita una población envejecida será más alto.

Es decir, “si no hay al mismo tiempo cambios en la población económicamente activa, el tamaño de la fuerza laboral tenderá a reducirse y la capacidad de la economía para hacer frente a las necesidades de quienes ya se han retirado será limitada”, explica un informe del Banco Mundial.

  • En 2020, según las proyecciones de las Naciones Unidas para Argentina, el número de personas mayores de 65 años era equivalente al 18% de la población en edad de trabajar; dentro de 35 años, este porcentaje se duplicará: habrá 36 mayores de 65 años por cada 100 habitantes en edad activa.

Al respecto, Rofman señaló que esto no debe suponer una preocupación en un contexto de sostenida inversión en capital humano y físico y de más y mejor tecnología ya que en conjunto aumentan la productividad y por lo tanto, el PIB.

En cuanto a los factores que influyen en la disminución de la fecundidad en Argentina, Camisassa explica que puede asociarse a dos causas vinculadas entre sí: por un lado, cambios en las preferencias y en las conductas sociales y culturales; por el otro, mejoras en la accesibilidad a la información y a métodos anticonceptivos.

“En este sentido, el auge de los movimientos feministas durante la última década puede haber influido en los cambios en las conductas y preferencias de las personas, al mismo tiempo que motorizó mejoras en el acceso a derechos sexuales y reproductivos”, afirmó.

“En este último punto, políticas públicas como el Plan ENIA (Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia) o la Educación Sexual Integral han tenido un rol muy importante”, añadió.

¿Qué se espera hacia adelante?

En resumen, la fuerte caída de la fecundidad ha abierto una ventana de oportunidad para reducir la pobreza, pero también ha acelerado el envejecimiento poblacional.

En esta línea, Camisassa proyectó: “En el mediano plazo, la dinámica demográfica provocará un aumento progresivo del gasto en el sistema previsional, al mismo tiempo que se irá reduciendo la proporción de personas en edad activa. En este escenario, para poder sostener y mejorar el Estado de Bienestar, es preciso realizar inversiones en el presente que garanticen los derechos de los niños/as y den lugar a un aumento de productividad de los/as trabajadores/as del futuro”.

“Al mismo tiempo, es necesario abordar la sostenibilidad del sistema previsional lo antes posible: las reformas en este punto comienzan a tener efecto solamente sobre las nuevas jubilaciones, por lo que el impacto fiscal y distributivo empieza a verse muchos años después”, agregó.

De esta manera, con una perspectiva que aborda las urgencias del presente pero también las necesidades del futuro, Cippec propone consolidar un sistema integral y federal de cuidados.

Para ello, Cippec considera necesario avanzar en tres frentes:

  • Tiempo para cuidar: avanzar en un régimen de licencias por nacimiento y adopción que sea universal y promueva la corresponsabilidad entre géneros.
  • Dinero para cuidar: fortalecer el sistema de transferencias a la niñez y la adolescencia, expandiendo su cobertura hasta que sea universal y mejorando su adecuación, equidad, coherencia y progresividad.
  • Servicios para cuidar: mejorar la oferta de los espacios de crianza, enseñanza y cuidado, universalizando la cobertura de las salas de 3 y 4, y aumentando la oferta para niños/as de hasta 2 años.

Fuente: el economista