Producir un 0km en el país es 25% más caro que hacerlo en Brasil y 65% por arriba de los niveles de México.
La alternativa era el libre comercio. El acuerdo firmado con Brasil posterga la apertura total de los mercados por 10 años, algo que la Argentina no podía enfrentar, en 2020, como estaba previsto. Este nuevo tratado trae calma a las automotrices locales porque le da una década de previsibilidad.
El presidente de ADEFA, Luis Peláez Gamboa señaló, al respecto, que el acuerdo “establece un marco legal de largo plazo y la posibilidad de proyectar y definir inversiones en los próximo diez años, además de profundizar la especialización y complementación productiva”.
En ese sentido, el secretario de Industria, Fernando Grasso, coincidió en que “el acuerdo da un marco de previsibilidad a largo plazo para que la Argentina y la región puedan desarrollarse y lograr competitividad en el contexto de las negociaciones que se llevan a cabo con otros bloque, como la Unión Europea”.
En tanto, Juan Cantarella de AFAC, consideró que “resulta positiva la firma del acuerdo por 10 años si la comparamos contra un escenario de libre comercio en 2020, o lo que sería mucho peor, comparando contra un escenario de vacío legal con paralización del comercio y por ende la producción”.
La Argentina es hoy un país poco competitivo. Producir un 0km en el país es 25% más caro que hacerlo en Brasil y 65% por arriba de los niveles de México. Es por eso que los vehículos que se fabrican en el país sólo pueden tener hoy como mercado al socio principal del Mercosur por el régimen común vigente. Hay excepciones, pero pocas.
Además, del costo argentino (con una presión impositiva que llega al 54% de un vehículos), la diferencia de los mercados es muy grande. Brasil llegó a vender 4 millones de unidades al año y la Argentina, una vez, araño el millón pero fue por la magia cambiaria que generó una brecha entre el dólar oficial y el “blue” de 70%. No eran bases sólidas las de aquel 2013. A esto se suma que el país vecino tiene una industria autopartista fuerte, algo que carece la Argentina y cada vez se achica más.
Con este contexto, la sobrevivencia de las plantas locales está atada a un comercio administrado. Así lo vislumbró Domingo Cavallo en 1991 cuando, desde su ministerio de Economía, diseño el régimen automotor conjunto con Brasil. Lo que estableció fue un sistema de intercambio compensado –medido en un coeficiente denominado Flex- que dispuso que por cada dólar que se exportaba, se podía importar sin arancel un monto determinado de dólares.
Hasta ahora, la relación era 1 a 1.5. De esta manera, no podía producirse una invasión de autos de un lado hacia el otro. Había un tope. Además, los más importante, es que por este sistema cada automotriz debía tener producción en los dos lados para garantizarse tener el beneficio arancelario. Una planta de lado argentino; otra, del lado brasileño. Eso hizo que en el país estén radicadas hoy 12 marcas distintas con 12 fábricas.
En el acuerdo firmado hoy, ese Flex se irá modificando para converger en el libre comercio en 2029. Si se hace.
Cuando Cavallo dispuso este sistema con Brasil, apenas comenzó su primera gestión ministerial, el objetivo era eliminar las fronteras comerciales en el año 2.000. No se concretó porque las asimetrías seguían y el gobierno de turno no quería correr el riesgo de destruir a la industria. Ese plazo se fue postergando hasta la actualidad. Hasta hoy, este sistema administrado debía terminarse en 2020 pero, ahora, sufre un nuevo retaso hasta el final de la década próxima. Entonces será otra la discusión.
Algo que Mauricio Macri y Jair Bolsonaro parecen haber entendido para apurar este acuerdo antes del posible cambio de mandatario en la Argentina. Las terminales locales no querían que esto pasará a una eventual gestión de Alberto Fernández y el presidente brasileño, al parecer, también aceleró los pasos para tener la menor cantidad de temas que negociar con políticos que no son de su agrado, como quedó expuestos en los últimos cruces públicos.
Un libre comercio en las actuales condiciones habría significado que ya no tendría sentido tener una planta en la Argentina –donde se produce caro, con menor escala y con autopartes importadas- si se puede abastecer desde Brasil. Sin embargo, la industria local tiene 10 años para adaptarse de verdad a la libre competencia, más si se quiere cumplir realmente con el acuerdo de libre comercio firmado con la Unión Europea.
El acuerdo de hoy va en ese sentido, Tendrá que buscar la forma de poder abrirse al mundo y no vivir protegido debido a sus falencias. Hoy, así, la Argentina fabrica autos caros que no puede venderle a ningún país, salvo Brasil.
Fuente: ambito.com