En los últimos días, el candidato presidencial Alberto Fernández y alguno de sus colaboradores mencionaron su intención de realizar modificaciones al impuesto a los Bienes Personales. Sin embargo, los especialistas en temas tributarios advierten sobre sus efectos negativos en la economía: se aplica cada vez más sobre sectores de clase media, no tiene en cuenta las deudas del contribuyente y las devaluaciones impactan en los montos sobre los cuales se calcula (un contribuyente que tiene ahorro en dólares, por ejemplo). Además, consideran que tienen una consecuencia muy baja sobre el total de la recaudación.
¿Quiénes pagan hoy este impuesto y por qué?
El tributo se aplica sobre el patrimonio que tiene una persona al 31 de diciembre de cada año. Se declara al año siguiente —en junio de 2020 se deben declarar los bienes de 2019— y se van pagando en cinco anticipos anuales.
Están comprendidos bienes como propiedades, vehículos, inversiones y objetos personales y del hogar; también los radicados en el exterior. Mientras que quedan excluidos los títulos y bonos emitidos por el Estado (Nación, provincias y municipios) y los depósitos en pesos y moneda extranjera en cajas de ahorro y plazos fijos. Se debe comenzar a tributar cuando la suma de los bienes declarados excede un piso establecido previamente que, en el caso de 2019, se determinó en $2 millones, unos USD 33.283 al tipo de cambio del viernes pasado (60 pesos por dólar).
Por encima de ese piso y hasta $3 millones de patrimonio, el contribuyente pagará una alícuota del 0,25%. Entre $3 millones y $18 millones, la alícuota será del 0,50 por ciento. Y para más de $18 millones, del 0,75 por ciento. “En 2018 la alícuota fue de 0,25%, la más baja. De seguir aumentando sin considerar ningún pasivo, se torna un impuesto que puede llegar a ser confiscatorio. Si se intenta llegar a 2% o 3%, ningún país del mundo aplica estas alícuotas y hoy los activos financieros no tienen ese rendimiento”, explicó César Litvin, especialista en temas tributarios.
Las fuertes devaluaciones del peso en los últimos años hicieron que cada vez más gente, de sectores de clase media, comiencen a pagar este tributo. Cuando el impuesto se estableció originalmente, en el año 1991, el monto a partir del cual se pagaba era USD 100.000, hoy está apenas por encima de los USD 33.000. “Aquellos que tienen dinero en dólares, con la devaluación se les genera una gran carga”, indicó Litvin.
En 2016 se había previsto que el impuesto a los Bienes Personales desaparezca en 2019, lo que no ocurrió
Según los tributaristas consultados, además, este impuesto tiene un “pecado de origen”: alcanza a solamente los activos de una persona y no tiene en cuenta sus deudas. “Esto hace que se pague incluso cuando una persona se endeuda para adquirir su patrimonio”, advirtió Iván Sasovsky, titular del estudio Sasovsky & Asociados.
En 2016, el Gobierno de Mauricio Macri había prometido un esquema de disminución progresiva de este impuesto y su desaparición a partir de 2019. Lo que finalmente no se cumplió. La Ley 27.260 proponía para los años 2016, 2017 y 2018 la reducción paulatina de la alícuota del impuesto y la derogación de este impuesto para 2019. “Los contribuyentes se encuentran defraudados porque por ley del propio Congreso, este era un impuesto que iba a desaparecer, y ahora lo pretenden aumentar, rompiendo todo tipo de seguridad jurídica, impidiendo que se alcance una verdadera capacidad contributiva”, indicó Sasovsky
¿Qué efectos tendría en la recaudación general un ajuste sobre el impuesto a los Bienes Personales?
Los tributaristas consideran que no sería muy importante. “Se le está poniendo muchas fichas a este impuesto y en realidad tiene muy escasa recaudación. En la Argentina, el podio de los impuestos que más recaudan son IVA, Ganancias, Ingresos Brutos, débitos y créditos bancarios, derechos de exportación, y luego, muy atrás Bienes Personales, que no tiene una recaudación importante”, advirtió Litvin. “Gran parte de los países modernos ha derogado este impuesto porque es una desmotivación al ahorro y genera una fuga de capitales”, agregó.
“Es un impuesto que no existe en ninguna parte del mundo con las características argentinas, y es un pésimo impuesto porque no tiene en cuenta los ciclos de la economía y en nuestro país se acumula con el impuesto a la renta que ya es altísimo, además que se tributa también sobre la inflación. Pensar en financiar el déficit con este impuesto es una locura”, indicó Sasovsky.
Nadín Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF), destacó en declaraciones a Radio La Red, que de cada $100 que recauda el fisco, el impuesto a los Bienes Personales aporta apenas 50 centavos. “Cuando uno mira eso, puede llegar a suponer que está bajo y que se puede cambiar. Pero es solo mirar un árbol del bosque para tomar una conclusión. Hay que tener en cuenta que la carga tributaria de un asalariado en la Argentina es del 50% del ingreso que genera. Tiene que hacerse algo mirando todo el bosque”, detalló.
De acuerdo con el economista Fausto Spotorno, de la consultora Orlando J. Ferreres & Asociados, para eliminar el déficit fiscal con el impuesto a los Bienes Personales se necesitaría llevar la alícuota como mínimo al 10%. “En esas condiciones alguien que tuviera activos por USD100.000 (tres veces el mínimo) debería pagar $50.000 pesos por mes, un salario promedio”, detalló en su cuenta de Twitter.
Fuente: infobae.com