Termómetro para el daño de la economía: apenas se reanude la actividad normal en el fuero comercial se espera que se multipliquen las presentaciones de empresas que hoy no tienen trámite por el receso. Posible cuello de botella. Recién el fin de semana, la Corte Suprema analizará si continúa remoto.
El Gabinete económico del Gobierno observa con preocupación una decisión que está en manos de la Corte Suprema respecto a la prórroga o no de la feria judicial extraordinaria. Es que al Ejecutivo no le preocupa si el Poder Judicial logra implementar el trabajo electrónico o va liberando ciertas actividades con los tribunales en modo remoto. El verdadero problema que visualizan será cuando el máximo Tribunal disponga una ampliación de las prioridades en el fuero comercial: allí se avecina una avalancha de presentaciones para pedidos de concursos de acreedores de las empresas afectadas por el parate que genera la cuarentena. Será uno de los indicadores del colapso económico que podría, incluso, saturar a los juzgados en cifras que nadie se atreve a pronosticar y que pueden consolidar un cuello de botella en la justicia.
La cuestión va más allá de las medidas de contención y auxilio que ha dispuesto el Ejecutivo para tratar de paliar la crisis por el Coronavirus. El aplazamiento de deudas y la suspensión de plazos en los expedientes tiene como consecuencia sólo trasladar el problema para más adelante. El único dique de contención, hoy, es la feria extraordinaria por motivos sanitarios que dicto la Corte en completa sintonía con las disposiciones del comité de crisis de Alberto Fernández. En esas acordadas se especifican cuáles son las prioridades de trabajo durante la situación de excepción, que contempla juzgados de turno, trámite remoto y firma digital respecto a determinado tipo de procesos judiciales. Cuando el Gobierno prolongue los términos del aislamiento a partir del 10 de mayo, la Corte aguardará el DNU para disponer lo propio pero con presiones para flexibilizar las restricciones e ir incorporando más actividades.
Hoy, el fuero comercial casi no tiene registros de concursos iniciados desde que comenzó la cuarentena. Con suspensión de plazos, en algunos casos, siguen adelante los trámites que ya habían sido iniciados. Pero en la cartera que conducen por un lado Martín Guzmán y especialmente la de Matías Kulfas entienden que apenas se normalice la actividad en esos tribunales, lloverán los pedidos de proceso concursal para que se la justicia la que permita a las empresas de mayor o menor porte concursarse para regularizar deudas con acreedores que se está multiplicando en la práctica.
Recién sobre el fin de semana la Corte tendrá un panorama sobre una eventual prórroga o el levantamiento de la feria. Hoy, la moneda está en el aire. Más tarde o más temprano, la avalancha de concursos será el termómetro del daño concreto en la matriz económica. El epicentro sigue siendo la Capital Federal por la cantidad de radicaciones de personas jurídicas en el distrito. Antesala del registro más temido, el de las quiebras que podrían alcanzar más rápido a las pymes pero que no genera diferencias con respecto a las grandes para procesos de reestructuración de sus pasivos. Hay un segundo objetivo de las empresas: protegerse de los embargos.
El fuero comercial está operando vía teletrabajo desde el 27 de abril en todos los juzgados y secretarías. Hubo demoras por la implementación del VPN en las computadoras particulares y el obstáculo porque la mayoría de los expedientes no están escaneados en su totalidad, lo que impide los despachos. La situación es que todo aquello que no se pueda visualizar electrónicamente queda “stand by”. Eso genera confusión entre los juzgados que dejan ese inconveniente asentado y otros que no definen qué acción tomar. Eso sin contar las veces que el sistema se queda inoperativo. En los hechos, genera disparidad en el flujo de trabajo dependiendo del juzgado: mientras algunos buscan acelerar al máximo los trámites descargando las actuaciones en los empleados judiciales, otros aguardan que se reanude la actividad. De todas formas y contabilizando al juzgado “de feria”, el fuero comercial trabaja casi al 30% por todas estas dificultades que se suman a la actividad remota.
Concursos y quiebras no se presentaron durante la cuarentena porque requieren trabajo presencial para activarlos y obtener una apertura. Pero sí ha habido mucha actividad ligada a cheques rechazados, pagarés y tarjetas de crédito, y de ejecución más que asuntos de fondo.
Actualmente, dos alternativas están vigentes: el pedido de habilitación de feria que remite las actuaciones al juzgado designado para la feria extraordinaria; y la segunda surge del acuerdo realizado por la Cámara Comercial que establece que si el expediente está íntegramente digitalizado, las partes pueden solicitar que avance el trámite y allí se analiza y el juez toma la decisión en el juzgado de origen. Todo el resto que no cumpla estos requisitos se van a firmar recién con fecha posterior al fin de la feria.
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