ECONOMÍA – La cuarentena disparó los casos de “burnout”, sobre todo entre mujeres

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Un estudio realizado por una universidad privada indica que aumentaron un 5% en relación con el mismo período del año pasado. En todo 2019 había habido un incremento del 2%. Las mujeres de 41 a 50, las más afectadas.

La pandemia de Covid-19 afecta la salud no solo de aquellos que se contagian el virus. De hecho, durante los primeros cuatro meses del año se registró un incremento del 5% en la cantidad de casos de síndrome de burnout en relación con el mismo período de 2019, según un estudio realizado una universidad privada argentina. El dato contrasta contra el aumento de solo un 2% que se había registrado a lo largo de todo el año pasado.

“Hay que tener en cuenta que 2019, un año con una crisis fuerte, tuvo una incidencia menor en la aparición de más casos de este síndrome. Lo que vemos como factor desencadenante para este crecimiento es el impacto del coronavirus  y otros cambios en vida familiar y laboral“, señala Leonardo Medrano, secretario de Investigación y Transferencia Científica de la universidad, que está al frente del desarrollo de esta encuesta, que se realiza desde hace ya varios años.

El síndrome de burnout  o estrés laboral crónico se caracteriza por dos síntomas: altos niveles de agotamiento y de cinismo. Con respecto al primero, el informe indica que el 48% indica que “siempre o casi siempre” le resulta difícil relajarse luego de una jornada laboral. Al 36% cada vez le cuesta más comenzar a trabajar y el 38% se encuentra tan cansado que no puede dedicarse a otras cosas después de finalizar su jornada.

Así, los cambios en la manera de trabajar impuestos por la pandemia pueden convertirse en un disparador de tensiones que antes no existían. En muchos casos, las personas tienen armada su vida de una determinada manera y hoy eso se vio afectado. Los hijos tienen clases en las casas, hay que realizar tareas que normalmente hacía el personal doméstico y los hogares –teletrabajo mediante– se convirtieron de un día para el otro en una oficina, sin estar preparados para ello.

Todo esto repercute en el estado de ánimo y  predispone a un incremento del cinismo, que el estudio define como un estado psicológico caracterizado por una falta de interés e identificación con su actividad. En esta edición de la encuesta se revela que el 26% se siente menos involucrado con su trabajo, el 27% duda que contribuya en algo interesante y el 21% siente que ha perdido interés.

Asimismo, el estudio muestra que se observa un leve aumento de la ansiedad y la depresión en comparación a años anteriores. Al analizar las variables sociodemográficas, las mujeres reportan mayor estrés crónico. En relación con la edad, lideran los niveles de burnout quiénes tienen entre 41 y 50 años, luego los comprendidos entre 31 y 40 años.

“Todos los años vemos que las mujeres muestran más problemas para desconectarse del trabajo y, por ello, muestran mayores niveles de estrés crónico. En esta situación particular en la que la vida familiar y laboral se desarrollan en el mismo ámbito, la desconexión es mucho más difícil. Y no hay que dejar de notar que tradicionalmente las tareas del hogar recaen más sobre las mujeres que sobre los varones. Eso genera una tensión extra“, agrega Medrano.

En cuanto a puestos o jerarquías, los más afectados son los llamados mandos medios o gerenciales. Esto se relaciona con investigaciones previas, donde se detectan mayores niveles de estrés en dichos roles debido a la alta responsabilidad y baja autonomía que suelen poseer.

“En muchos casos, son quienes tienen mayores presiones. Cargan con las propias que les llegan de los niveles directivos, pero, además, deben dar respuesta a las inquietudes de sus colaboradores“, apunta Medrano.

Uno de los aspectos que se destaca entre los presentados por el estudio es que aquellas personas que pudieron seguir trabajando con un horario flexible y orientados a metas fueron menos afectadas. Es que tener metas claras y autonomía se convierte un factor de protección, porque permite organizar las fricciones entre lo laboral y lo familiar.

“Estadísticamente: un horario flexible es un factor que es protector del estrés. A ello se le pueden sumar otros factores típicos como sentir el apoyo del propio equipo o lograr el reconocimiento de los líderes“, señala.

En el ámbito económico, los mayores niveles de este síndrome corresponden al sector con menor nivel de ingresos y menor nivel educativo. Concretamente, el 40% de los trabajadores con primario incompleto obtuvieron puntajes altos para el cinismo y el 20% para agotamiento. En cambio, estas cifras fueron solo del 2% y 5% para individuos con postgrados.

“Además, se observa que en algunas personas el confinamiento aumentó la ansiedad, pero en otras disminuyó. En este caso, probablemente colaboró la sensación de estar en un entorno tranquilo y controlado. Pero, una vez reiniciada la totalidad de las actividades, esto puede resultar problemático”, concluye.

Fuente: cronista.com