Al menor consumo se le suma la incertidumbre por los precios del gas y el petróleo, la falta de financiamiento del sector y la parálisis de las inversiones.
Los principales organismos internacionales alertaron por el impacto del covid-19 en los mercados energéticos. Según coincidieron, a las necesidades sanitarias se le suman la incertidumbre por los precios del gas y el petróleo, el desplome de las demandas de combustibles y electricidad, la falta de financiamiento del sector y la parálisis de las inversiones energéticas.
La Agencia Internacional de Energía (AIE) pronosticó que la demanda de energía caerá 6% en 2020 -siete veces la disminución ocurrida tras la crisis financiera mundial de 2008-, lo que equivale a la pérdida total de la demanda de energía de India, el tercer mayor consumidor del mundo. Para la AIE, las economías avanzadas experimentarán los mayores descensos: EE.UU. caerá 9% y UE 11%.
“Los confinamientos redujeron la demanda de electricidad en un 20% o más, con menores impactos de los confinamientos parciales. En 2020 la demanda disminuirá 5% , la mayor caída desde la Gran Depresión en la década de 1930”, señaló la Agencia. La AIE describió que los niveles de consumo de energía los días de semana son “parecidos” a los de un domingo antes de la crisis.
La Organización Latinoamericana de Energía (Olade) advirtió que el coronavirus puso en jaque a todos los sectores energéticos de la región, especialmente los hidrocarburos, y en menor medida el sector eléctrico y las energías renovables. En la Argentina, la demanda diaria de potencia se redujo 26% en promedio, desde el inicio de la cuarentena. En el sector industrial, retrocedió 24%.
El presidente de OLADE, Alfonso Blanco, ubicó a la caída de América Latina al mismo nivel que los países avanzados. “La demanda final de energía en 2020 se reduciría 9% respecto a 2019”, estimó. Para la Organización, se llegará a ese resultado por la “drástica” disminución de la actividad económica y por la “estrepitosa” caída que sufrió el uso del transporte público y particular, a partir de las restricciones para circular. “El impacto será mayor en las economías más dependientes del gas y el petróleo, algunas de las cuales también están peor preparadas para afrontar la crisis sanitaria y económica”, afirmó la OLADE.
Un estudio conjunto de la ONU, el Organismo Internacional de Energía (OIE), la OMS y el Banco Mundial expresó su preocupación para alcanzar en 2030 las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 7). “Los países deben proteger los logros ya alcanzados y acelerar los esfuerzos por lograr una energía asequible, segura, sostenible y moderna para todos”, remarcaron.
Los organismos consideraron que la pandemia impactó en importantes logros conseguidos, como reducir el número de personas que carecen de acceso a electricidad, el aumento de la energía renovable y las mejoras en la eficiencia energética. “A pesar de estos avances, los esfuerzos mundiales siguen siendo insuficientes”, manifestaron.
La nigeriana Damilola Ogunbiyi, copresidenta de ONU-Energía, dijo que “se necesita electricidad confiable y asequible para mantener a las personas conectadas en casa y para hacer funcionar equipos que salvan vidas en los hospitales” y propuso tres medidas. Priorizar las soluciones energéticas para hospitales y médicos; mantener conectados a los consumidores vulnerables; aumentar la producción de energía confiable, ininterrumpida y suficiente para una recuperación económica sostenida. “La comunidad internacional debe coordinar esfuerzos y encontrar soluciones rápidas para brindar acceso a energía para todos”, recalcó Ogunbiyi.
La AIE planteó que las cuarentenas están impulsando un cambio hacia fuentes de electricidad bajas en carbono, incluidas la eólica, la solar, la hidroeléctrica y la nuclear. La Agencia estimó que después de superar al carbón por primera vez en 2019, las fuentes bajas en carbono ampliarán su liderazgo este año para alcanzar el 40% de la generación mundial de electricidad, un 6% por delante del carbón.
En la OLADE predicen que los consumidores demandarán productos de mejor desempeño energético, con tecnologías más eficientes y políticas más activas ante el cambio climático. Sin embargo, el titular de la Organización también prevé un escenario futuro condicionado por efectos potencialmente contrarios a la evolución de las transiciones energéticas. “Veo un escenario futuro de bajos precios relativos del petróleo, el encarecimiento de la deuda en las economías emergentes, debilitadas posiciones fiscales de las economías de la región, con un efecto directo en el coste de capital ponderado de los nuevos proyectos renovables”, detalló.
Fuente: ambito.com