ECONOMÍA – Volver a la oficina, un desafío mayor que el de haber dejado de ir, según The Economist

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En los países que sienten el alivio de la pandemia, los empleadores se encuentran frente al dilema del regreso al trabajo en los espacios tradicionales.

Patrick Pichette, quien entonces era jefe financiero de Google, recordaba que hace ocho años le habían preguntado cuántos de los empleados del gigante tecnológico trabajaban a distancia. Su respuesta fue simple: “Los menos posible”. Pese al hecho de que Google se ocupaba de producir una tras otra apps que permitían el trabajo remoto, su comentario no llamó la atención.

Desde Silicon Valley y Wall Street hasta la city de Londres, La Défense en París, Potsdamer Platz en Berlín y la zona central de Hong Kong, los distritos de negocios del mundo recibían a millones de empleados en las oficinas cada día. Se creía que congregarse en un lugar promovía la productividad, la innovación y la camaradería. Y facilitaba a los patrones vigilar a sus subordinados. El trabajo desde casa era algo que se hacía solo si no se podía evitar.

Sin embargo, según The Economist, en marzo de 2020, de pronto ya no se pudo evitar. La pandemia del Covid-19 forzó a gobiernos de todo el mundo a imponer cuarentenas estrictas. De la noche a la mañana, la mayoría de las oficinas del mundo quedaron fuera de órbita. Para sobrevivir, compañías de todas partes se embarcaron en un gigantesco experimento de trabajo en casa. Los trabajadores de las ciudades cambiaron los trajes por los jogging y los departamentos en el centro de la ciudad por casas en los suburbios. En un caso típico entre las corporaciones, Google le dio a cada empleado US$1000 para muebles de oficina en el hogar, les ofreció videos de ejercicios y lecciones de cocina virtuales, y urgió a todos a “cuidarse muy bien ustedes mismos y entre sí”.

Al elevarse las tasas de vacunación en el mundo rico, el experimento de trabajo en el hogar se está terminando. Pero la velocidad a la que se termina y su alcance se ha convertido en motivo de un acalorado debate entre CEO y entre ellos y su personal. Las estrategias que emerjan de estos debates no solo moldearán lo que suceda en los próximos meses, sino también en el largo plazo con el trabajo en las oficinas.

Un cambio ya es realmente obvio. Desapareció la mentalidad anti trabajo remoto generalizada de ayer, que fue reemplazada por una variedad de actitudes que también se modifican según el sector y la región. En un extremo, algunas compañías ahora esperan que todos los trabajadores vuelvan a sus escritorios. En el otro, ciertas firmas están eliminando por completo las oficinas. La mayoría de las empresas ocupan algún punto en el medio.

Los más ardientes partidarios del status quo prepandemia pueden encontrarse en Wall Street. David Solomon, el patrón de Goldman Sachs, sostuvo que el trabajo remoto es una “aberración”. Quien ocupa el cargo equivalente en Morgan Stanley, James Gorman, recientemente sentenció: “Si usted puede ir a un restaurante en Nueva York, puede venir a la oficina”. Jamie Dimon, CEO de JPMorgan Chase, ha reconocido que “a la gente no le gusta tener que viajar al trabajo, pero, ¿qué importa?”

A los tres jefes de bancos les preocupa que los trabajadores remotos estén menos comprometidos con la compañía y que sean potencialmente menos productivos.

Acuerden o no en la cuestión de fondo con los titanes de Wall Street, referentes del sector en Europa ven tal intransigencia como una oportunidad para atraer trabajadores bancarios desafectados, que prefieren mayor flexibilidad. La entidad suiza UBS, según se dice, está por permitir a dos tercios de sus empleados el trabajo “híbrido”, que combina días en casa con días en la oficina, en parte como una herramienta de reclutamiento. El banco británico NatWest solo prevé que uno de cada ocho trabajadores vuelva a la oficina en jornadas completas, mientras que el resto tendría un esquema híbrido trabajaría primordialmente desde casa. El personal del Deutsche Bank, de Alemania, trabajará en forma remota hasta un 60% del tiempo. Noel Quinn, CEO de HSBC, declaró que volver a los patrones prepandemia sería una “oportunidad perdida”, y agregó que quiere que el banco con centro en Asia tenga un esquema híbrido.

A partir de la pandemia de coronavirus, el home office se volvió algo frecuente e imprescindible

Lo mismo piensan muchos CEO de firmas tecnológicas, que temen que mandatos estrictos de vuelta a la oficina generen rechazo en los ingenieros de sistemas. Dylan Field, co-fundador de Figma, que ayuda a las compañías a crear y probar apps y sitios en la red, teme que los empleados se vayan a otras empresas si las reglas son muy restrictivas. Los trabajadores tecnológicos pueden estar volviéndose más migrantes, porque aparentemente tiene lugar un incremento de las tasas de renuncia y de robo de personal calificado. Quizás en reconocimiento a ello fue que, en junio, Facebook dijo que todos sus empleados de tiempo completo podían solicitar trabajar permanentemente desde sus casas. Firmas como Spotify, que hace streaming de música, Square, una firma de fintech, y Twitter, han dicho a su personal que puede trabajar en forma remota para siempre, si es lo que desea.

Qué prefieren los empleados

Las evidencias sugieren que, en todos los sectores, a la gente le gusta tener la posibilidad de trabajar desde casa, al menos ocasionalmente. Una encuesta entre 2000 adultos estadounidenses de la aseguradora Prudential descubrió que un 87% de quienes trabajan en sus hogares a partir de la pandemia querrían poder seguir haciéndolo cuando se alivien las restricciones. Según el relevamiento, el 42% de los trabajadores remotos dijeron que buscarían un nuevo empleo si se les pedía que volvieran a la oficina a tiempo completo. Solo uno de cada cinco empleados estadounidenses dice que muy poco a menudo o nunca querrían trabajar desde su casa.

En una reciente encuesta a más de 10.000 trabajadores de oficina europeas, 79% dijo que apoyarían una legislación que prohíba a los patrones obligar a la gente a trabajar en la oficina.

Los trabajadores jóvenes se sienten más atraídos por los horarios flexibles. Quienes ahora tienen entre 16 y 21 años son más proclives que las personas de cualquier otro grupo etario a citar como principal razón para seguir trabajando en forma remota una elección personal, y no la política de los empleadores, según un estudio de Morgan Stanley. Al mismo tiempo, muchos trabajadores de todas las edades aún desean ir a la oficina de vez en cuando, en buena medida para disfrutar del aire acondicionado, una respuesta en la que influye que este verano boreal está siendo abrasador.

Salesforce, un gigante del software para negocios que está implementando un modelo de “trabaje de donde quiera”, se encontró con que si bien casi la mitad de sus empleados opta por quedarse en casa la mayor parte del tiempo, cuatro de cada cinco quieren mantener una conexión física con la oficina.

El sector público, a menudo el mayor empleador en un país, se enfrenta a consideraciones similares. El organismo impositivo británico está ofreciendo a todos los empleados el derecho a trabajar desde el hogar dos días por semana. En Estados Unidos, el gobierno federal predice que muchos empleados públicos querrán tener horarios flexibles. Irlanda, que quiere que el 20% de sus 300.000 empleados públicos estén trabajando de forma remota para fin de año, ofrece apoyo financiero para alentarlos a mudarse fuera de las ciudades; creará más de 400 centros de trabajo remotos, permitiendo al personal estar más cerca de su hogar. Indonesia ha creado un esquema de trabajar “desde Bali”, para ayudar a revivir la industria del turismo en la isla.

El 42% de los trabajadores remotos buscarían un nuevo empleo si se le pedía que volvieran a la oficina tiempo completo

Todo esto sugiere que los arreglos híbridos persistirán en la mayoría de los lugares (con la posible excepción de Wall Street). Pero estos presentan sus propios desafíos. Desdibujan la frontera entre el trabajo y la vida familiar. Las reuniones virtuales pueden ser aún más tediosas que las presenciales.

Entre quienes han admitido tener fatiga de Zoom se incluye Eric Yuan, el multimillonario fundador de la app de videoconferencia. Los horarios híbridos hacen complicado manejar el espacio de oficina, especialmente en un momento en el que muchas compañías, incluyendo HSBC, están planeando reducir su huella edilicia.

Si se les da a elegir, la mayoría de los trabajadores australianos preferirían trabajar desde casa los lunes y los viernes, según EY, una consultora; aunque la sospecha de los jefes de que esto es un esfuerzo apenas disimulado por extender el fin de semana se demuestre infundada, eso significa que las oficinas estarían mucho más activas los miércoles, que es la opción menos popular para trabajar desde casa, que al comienzo y el fin de la semana laboral.

Aun así, algunas firmas piensan permitir a la gente venir a la oficina cuando quiera. Pero otras se están volviendo creativas. Field de Figma da a su personal una opción: trabajen en forma remota a tiempo completo o, si vienen a la oficina al menos dos veces por semana, tendrán un escritorio propio. Snowflake, una firma de manejo de datos, permitirá a las unidades individuales decidir cómo organizarse. Muchas empresas, incluyendo Apple, han respondido al problema estableciendo días en los que se requiere la presencia de los empleados.

Cosa predecible, la repentina reconfiguración de la vida laboral está creando fricciones. Los trabajadores que quieren más flexibilidad se encuentran enfrentados con los empleadores que exigen volver a algo más cercano a la normalidad de la prepandemia. Algunos de los empleados de Apple han criticado el requerimiento del gigante tecnológico de que se debe trabajar presencialmente tres días a la semana, al afirmar que tiene un tono “despreciativo e invalidante”. La AFL-CIO, la central sindical más grande de Estados Unidos, se enfrenta a reclamos por temas de salud y seguridad de su propio personal, por haber obligado a volver a la oficina sin procurar que haya una mejor ventilación, y en momentos que sigue el riesgo de infección en el transporte público.

Estos desacuerdos están llegando a los directorios. Algunos accionistas, incluyendo grandes inversores institucionales, están ansiosos por promover el trabajo flexible no solo para retener talento, sino también para bruñir sus credenciales ambientales, sociales y de gobernanza (ASG).

La firma de consultoría S&P Global dice que de acuerdo a sus evaluaciones, la posibilidad de trabajar desde casa es una medida para la salud y el bienestar de los empleados, que puede influir hasta en un 5% del puntaje de una compañía en materia de ASG. Esto es, aproximadamente, el mismo peso que se le da al manejo del riesgo y las crisis por los bancos o las medidas de derechos humanos para los mineros. También puede afectar cosas tales como la diversidad de género. Los estudios indican que las madres son más proclives al trabajo desde el hogar que los padres. Investigaciones de Slack descubrieron que solo el 3% de los trabajadores del conocimiento negros quieren volver a la oficina en Estados Unidos a tiempo completo, comparado con el 21% de sus colegas blancos.

Son muchas cosas para que las compañías ponderen, al mismo tiempo que deben enfrentar controversias de corto plazo, como si excluir o no a los trabajadores no vacunados de la vuelta a la oficina. Paradójicamente, la transición abrupta de 2020 al trabajo remoto puede terminar resultando considerablemente más tranquila que el paso a lo que será lo normal en la era post pandemia.

Fuente: infobae económico