El Presidente y Manzur comenzaron a comentar los detalles del proyecto de ley que enviarán al Congreso, y que respaldará la negociación con el organismo. Incluirá metas de reducción del déficit y el compromiso de relajar el cepo al dólar.
El Gobierno tomó con optimismo el único requisito que el Fondo Monetario Internacional ventiló públicamente para el repago de los u$s 44.000 millones prestados durante la gestión anterior. El “amplio apoyo político y social” para resolver la deuda pública con el principal acreedor de la Argentina comenzó a tejerse 48 horas después de las elecciones, con negociaciones ocurridas en la Casa Rosada.
Temprano en la mañana, el jefe de gabinete, Juan Manzur, recibió al ministro de Economía, Martín Guzmán, para interiorizarse sobre el “Programa Plurianual para el Desarrollo Sustentable”, y de allí en más comenzar a generar los consensos políticos y entre la dirigencia social para responder al planteo de Washington.
El Programa Plurianual fijará metas de reducción del déficit fiscal que estarán lejos de ser un fuerte ajuste en el gasto del Estado, pero requerirá sin embargo esfuerzos de varios sectores.
El proyecto en el que trabaja el Palacio de Hacienda será la garantía que el Estado argentino dará al FMI de comprometerse a mediano plazo en una reducción del déficit, una normalización del mercado cambiario, y un reforma en cuotas del sistema tributario.
Lograda la aprobación del Congreso de este programa gradualista, que se debatirá junto con otro proyecto de Presupuesto 2022, la Casa Rosada espera arribar en pocas semanas a un nuevo programa con el Fondo, que será luego refrendado en el parlamento. Según los cálculos del presidente Alberto Fernández, todo podría estar sellado en febrero o marzo del año próximo.
Diálogo en dos andariveles
En términos políticos, el Gobierno definió que los consensos necesarios para aprobar con un buen número de apoyo de las fuerzas políticas el Programa Pluarianual que garantizará metas cumplibles al Fondo se discutirá en el Congreso, donde la tarea estará encabezada por el primus inter pares de la cámara baja, Sergio Massa, y el presidente del bloque oficialista, Máximo Kirchner. Por tanto, no habrá postales del Presidente negociando públicamente con la oposición.
En el Gobierno manejan un alto grado de optimismo, entendiendo que el Fondo, en esta etapa, no insistirá con sus habituales recetas. De hecho, el flamante triunvirato de la Confederación General del Trabajo (CGT), que visitó la Casa Rosada, se fue conforme de saber que Washington no exigiría reformas en lo laboral ni en lo previsional.
Sí, en cambio, el organismo multilateral demanda que se desvanezcan las restricciones de acceso al mercado cambiario. La relajación del “cepo” conllevaría, también, un sinceramiento del tipo de cambio y la deshidratación de varios mercados paralelos.
La discusión técnica con el Fondo pasa, en el trazo fino, por definir además cuánto se reducirá el déficit fiscal año a año. Según dijeron al sindicalismo, ese recorte será menor a un punto, y requerirá una “armonización” y la desaparición de subsidios innecesarios, por ejemplo, en el mercado energético, con la consecuente segmentación de tarifas.
Entretanto, se espera que el Consejo Económico y Social (CES), a las órdenes del secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz, logre un compromiso de las principales cámaras empresarias y del sindicalismo para hacer un pronunciamiento de apoyo al acuerdo político que se logre en el Congreso.
Cuando hay dudas sobre el nivel de concertación al interior del Frente de Todos, Manzur y el Presidente comenzaron a encolumnar a las diferentes voces detrás de su plan. Mientras el gobernador tucumano en uso de licencia recibió a intendentes de la tercera sección electoral bonaerense, el jefe de Estado recibió al jefe de gabinete bonaerense, Martín Insaurralde, para comenzar a propagar en las filas del oficialismo un mismo mensaje.
Fuente: El Cronista