FINANZAS – La Fed bombardea por saturación y los mercados se sacuden

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La guerra de tasas estremece a Wall Street. Es una guerra con un único disparo formal – la Fed gatilló una suba de un cuarto de punto a mitad de marzo – y un estrépito aterrador por los altavoces. Dice Jerome Powell, el gran jefe de la política monetaria, que domar la inflación es “absolutamente esencial” y que un aumento de medio punto está sobre la mesa para la próxima reunión del 4 de mayo. Apunta Mary Daly, titular de la Fed de San Francisco, que es muy probable que el banco central eleve las tasas en medio punto cada una de las próximas dos reuniones. James Bullard, de la Fed de Saint Louis, quien más exige que las tasas remonten vuelo rápido, recuerda que un ajuste de tres cuartos de punto ya se hizo (Alan Greenspan, 1994) y no fue el fin del mundo. En suma, es un bombardeo por saturación. Concentrado, por primera vez, en un solo día, el jueves. Conviene tomar nota. No es traición, estamos avisados. ¿Quién da más? Nomura, el banco de inversión japonés, aventura que la Fed subirá las tasas tres cuartos de punto tanto en junio como en julio.

Agrega Powell: “Mi objetivo es bajar la inflación sin causar una recesión”. La inflación es demasiado alta y el mercado de trabajo está muy robusto, machaca hace tiempo. De ahí, la prisa, la munición de mayor calibre, la intención de comenzar también la poda de la hoja de balance. La firmeza del dólar no es resorte de la FED, pero se agradece. “Haremos lo mejor que se pueda para lograr un aterrizaje suave”. Ya se dijo que, como su nombre no lo indica, estará sembrado de brusquedades, exitoso o no. Es que hasta el aterrizaje perfecto (Greenspan 1994-1995, según Alan Blinder) creó un Efecto Tequila. Greenspan, quien nunca permitió que la inflación le ganara la cuerda, aun así necesitó un “crescendo” en la suba de tasas. Empezó con un cuarto de punto, pasó de inmediato a medio, y asestó un mandoble de tres cuartos de punto a mitad de la faena. En cambio, Powell arranca con notable rezago.

La inflación medida por el deflactor del gasto personal, sin alimentos ni energía, es 5,4% (a febrero), la tasa efectiva de fed funds, 0,32% y el banco central quisiera estar ya en la zona de 2,5%. Le urge quemar etapas. Por eso mismo, nadie avizora pronto un cese de hostilidades. El mercado de bonos es una “carnicería”, Jim Bianco dixit, dos semanas atrás. La debacle se profundizó. La tasa del Tesoro a dos años trepó 199 puntos base desde comienzos de 2022, y la de diez años, 138. Es una operación de pinzas urdida por la Fed para encarecer el crédito de mediano y largo plazo, y morigerar las actividades que financian. La bonanza de la vivienda es un blanco explícito. La solicitud de hipotecas ya es la mitad que hace un año, pero la vitalidad inmobiliaria persiste. Así, las tasas no encuentran techo todavía, y menos con la prédica tenaz de la Fed. ¿Cómo instaurar una tregua? La inflación tiene que acusar recibo de la embestida. La semana pasada, los precios al consumidor, sin energía ni alimentos, sorprendieron con una desaceleración pronunciada. Y la idea tentativa de un “pico” de inflación amagó una recuperación fuerte que, a falta de otros soportes, naufragó fugaz. Pero es por ahí. Lamentablemente, el informe PMI, alimentado con datos preliminares al 21 de abril, da cuenta de presiones inflacionarias que lejos de ceder recrudecieron.

La Bolsa reaccionó a la suba de tasas de marzo con un rally vibrante que la sacó de la zona de corrección y la arrimó a un nivel expectante de cara a la temporada de balances. Pero su avance chocó con el banco central y una comunicación cada vez más agresiva. No hay que pelear contra la Fed, enseña el refrán. Y la letra con sangre entra. El Dow Jones cerró su cuarta semana consecutiva en retroceso. El S&P 500, la tercera. Cuando Wall Street se fortalece, la política monetaria aprovecha para endurecerse. ¿Dónde estará la oportunidad de subir si la Fed corre detrás de la inflación y es “absolutamente esencial” darle alcance, y domarla? Sobra riesgo a la baja aunque Powell tenga éxito y no provoque una recesión. La Bolsa confía en el desenlace, pero teme la transición. También necesita que la inflación se calme y modere el alud de tasas por venir. Que lo calmen a Bullard, o lo desmientan, es apenas un pobre sustituto.

Fuente: ambito