De acuerdo a esos monitoreos -de “alta frecuencia”- que permiten avisar la evolución de los precios prácticamente en tiempo real, los alimentos mostrarían un alza promedio por encima del 7% en este mes de agosto.
Esa realidad quedaría plasmada si se proyecta lo sucedido en las primeras dos semanas y mes al resto de agosto. Si el mes terminara así, es muy probable que agosto cierre con una inflación en 7%, o incluso algunas décimas por encima de ese tope. Muy cerca del nivel de julio, que tuvo el récord del año, en el 7,4%.
La preocupación del Gobierno tiene doble vía: por un lado, el hecho de que los precios de los alimentos hayan tomado la delantera. La otra, que el índice de precios de este mes empiece con el número “7” por segundo mes consecutivo.
“Sería grave. Pondría en duda la posibilidad de que baje de ese nivel tan pernicioso, justo en medio de las renegociaciones de las paritarias. Estamos en un momento muy complicado”, admite un funcionario clave del equipo económico, en diálogo con iProfesional.
La lupa puesta sobre los alimentos
En julio, la suba de los alimentos había sido del 6%, por detrás del promedio del 7,4%. En el comienzo de agosto, esa relación se dio vuelta, lo que provocó la preocupación en las filas oficiales.
La información es que productos de la canasta esencial cuyos precios venían subiendo por detrás del resto aceleraron esa dinámica ante la incertidumbre cambiaria y la crisis política en el oficialismo, con los sucesivos cambios en el ministerio de Economía y en la estratégica Secretaría de Comercio.
También cuenta la falta de certezas en materia de importaciones. Sin dólares para las compras en el exterior, la presión sobre los precios se intensifica. Un impacto que es transversal a todos los sectores de la economía; cierto es que con distintos grados.
De acuerdo a las mediciones de la consultora que dirige el economista Guido Lorenzo, en la tercera semana de agosto, los alimentos se encarecieron 1,9% contra 0,7% de la semana anterior. Se trata de una medición en línea con lo sucedido en julio.
En las últimas cuatro semanas, el alza de los alimentos totalizó el 6,6%, que va en sintonía con lo que también están viendo desde el Gobierno.
Las mayores alzas se dieron en el rubro de los lácteos, con un 5,8%; seguido por las verduras (+2,0%); los panificados (+1,8%) y las carnes (+1,2%). Según LCG, uno de cada cuatro productos relevados mostraron alzas en sus precios durante la tercera semana del mes.
La inflación “caliente” de agosto
El problema es que el rubro de los alimentos no es el único que aceleró la dinámica de las subas: a comienzos de este mes hubo un ajuste del 40% en los pasajes de los colectivos del área metropolitana.
Según las estimaciones que hacen tanto en las consultoras como en el Gobierno, la incidencia del aumento en el transporte será en torno a tres décimas en el AMBA.
A este capítulo habrá que añadirle el aumento que acaba de poner en práctica YPF y el resto de las petroleras encarecieron los precios de los combustibles un 7,5% en promedio, un movimiento que también le pondrá presión al índice de precios.
Para septiembre recién impactarán las subas en las tarifas de luz, agua y gas, por el retiro parcial de los subsidios para una porción de los consumidores.
La aceleración inflacionaria se produce sin que haya una suba de los dólares alternativos. Tampoco en medio de un incremento en el ritmo del “crawling peg”, algo que desorienta a los funcionarios del equipo económico.
El círculo vicioso
La actual dinámica inflacionaria es corrosiva y muy difícil de interpelar. Las pruebas están a la vista: las subas de los precios son sucesivas e involucran a todos los sectores. Van moviéndose sin parar, un rubro tras otro.
Está claro que ahora, incluso, el ajuste llegó a los precios regulados que antes estaban congelados. O se movían poco. En la lista se inscriben las tarifas de luz, agua y gas y también los combustibles.
Como se dijo más arriba, los alimentos de la canasta básica que están regulados por el Gobierno -muchos de ellos a través de “Precios Cuidados”-, en las últimas semanas aceleraron las subas. Al mismo ritmo que el resto. Allí están desde el azúcar (aumentó 30,5% en julio y este mes vuelve a encarecerse) hasta el paquete de harina 000 (triple cero), que es el más económico y que venía subiendo bien por detrás del resto.
Por ahora, el flamante secretario Matías Tombolini no puso en marcha ninguna medida que pueda enfriar el proceso en los alimentos de la canasta básica. Pero está claro que, a esta altura, ninguna iniciativa solitaria podrá calmar la situación.
El diagnóstico que hacen en las empresas es que, con pocos dólares en el Banco Central, las expectativas de una posible devaluación en el mercado oficial no se diluyeron. Y que ese escenario, quiérase o no, recalienta la dinámica inflacionaria.
Por eso mismo, el propio Massa encabeza distintas negociaciones para tratar de acercar divisas a las reservas del Banco Central.
Impacto político
A diferencia de lo que sucedía hasta mediados de año, la dinámica de precios actual no puede explicarse a partir de los cambios en el escenario internacional (pandemia o la guerra en Ucrania); la Argentina sufre su propio proceso inflacionario.
Todos estos movimientos en los precios erosionan el poder adquisitivo de los salarios, sin dudas. Por eso hay que enmarcarlos en el plano político y social. El impacto es inevitable.
Fuente: iprofesional