El USDT cotiza por debajo del dólar oficial y del blue tras la liberación del cepo. Crecen las ventas en exchanges y el mercado cripto se reacomoda.
La primera jornada sin cepo cambiario dejó una postal inesperada en el mercado de criptomonedas: el dólar cripto cayó por debajo del oficial y del paralelo, con una baja del 5% que refleja el reacomodamiento de expectativas tras el nuevo régimen cambiario lanzado por el Gobierno. La cotización del Tether (USDT), principal stablecoin del mercado, llegó a ubicarse en $1.074,69, mientras que el dólar oficial operó cerca de los $1.190 y el blue en $1.305.
El desplome del USDT fue atribuido al exceso de oferta de los ahorristas, que comenzaron a desprenderse de sus dólares digitales. En plataformas como Bitso, el panel de órdenes mostró una diferencia notable entre compradores y vendedores: mientras que las posiciones de compra rondaba los USD 20.000, las de venta trepaban a USD 400.000.
“El mercado está muy volátil. Vemos operaciones de usuarios preocupados por el rumbo económico, pero también de perfiles especulativos que buscan aprovechar la diferencia de cotizaciones”, explicó Julián Colombo, CEO de Bitso Argentina, a medios especializados.
El dólar cripto, históricamente utilizado como vía alternativa de dolarización, se desploma ahora en un escenario donde ya no hay restricciones para comprar billetes físicos o acceder al dólar MEP. La implementación de bandas entre $1.000 y $1.400 para el tipo de cambio oficial, junto con el respaldo del FMI, parece haber debilitado la demanda de monedas estables digitales.
De hecho, el dólar bitcoin, que mide el tipo de cambio implícito al comprar BTC en pesos, también cayó 4% y se ubicó en $1.360, por debajo del blue.
El nuevo esquema cambiario eliminó el tope de USD 200 mensuales, las trabas del cepo, y mantuvo una percepción impositiva únicamente sobre gastos con tarjeta y turismo. Con más de USD 28.000 millones en reservas proyectadas y el respaldo de USD 20.000 millones del FMI, el dólar digital, por primera vez, no parece necesario.
Fuente: el economista