La baja del petróleo y del precio de los commodities son dos grandes preocupaciones para el país, en medio del sacudón internacional.
El rápido avance del brote del coronavirus ha puesto en alerta al mundo, erosionando las perspectivas de comercio y crecimiento para el 2020. La crisis encuentra a Argentina en una posición financiera vulnerable, potenciando la volatilidad de los mercados, advirtió la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). “Incluso en el escenario más optimista respecto a la contención de la enfermedad, ésta se consigue a costa de una virtual paralización de la actividad económica”, señalaron.
El principal temor que subyace en el mundo se origina, justamente, en la facilidad de transmisión que demuestra el Covid-19. Tanto en cantidad de contagios como de casos fatales el avance ha sido mucho más rápido que en ocasiones anteriores comparables, como puede ser la Gripe A en el 2009 o el Sars en 2003. De este modo, si bien la tasa de mortandad respecto al total de casos es relativamente baja (la OMS la estimó en marzo en 3,4 por ciento) el rápido avance de la enfermedad hace que la cantidad de casos graves sea numerosa.
Las medidas de contención, rápida asistencia y aislamiento de personas infectadas que llevó a cabo China y comienzan a replicar otros países da muestras de obtener buenos resultados para contener la enfermedad. La OMS confía en que el compromiso de los gobiernos y la sociedad podrían minimizar el impacto del virus pero la incertidumbre que subyace respecto al alcance final de este brote es aún muy alta, manejándose distintos escenarios.
En este contexto, el departamento de estudios económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario elaboró un informe en el que analiza las consecuencias de la pandemia en la economía global y local.
“Esta crisis encuentra a la Argentina en una situación económica y financiera vulnerable, que puede magnificar la volatilidad de los mercados afectando el comercio externo y el patrón de crecimiento potencial a mediano plazo”, señalaron las economistas Emilce Terré y Desiré Giraudo.
El golpe a los mercados proviene del hecho que, incluso en el escenario más optimista respecto a la contención de la enfermedad, ésta se consigue a costa de una paralización de la actividad económica (cancelación de vuelos, suspensión de eventos, cierre de escuelas, “cuarentena” o aislamiento de las personas, limitación de la cantidad de gente que puede permanecer simultáneamente en cualquier tipo de almacenes, etc.).
La alerta está puesta en tomar los recaudos necesarios para asegurar que este shock transitorio no se convierta en una crisis económica y social de mediano plazo por un círculo vicioso de empresas que no tienen la capacidad financiera de mantenerse luego de las semanas de freno en la actividad y que ello active un círculo vicioso de cierres, aumento del desempleo y caída en la actividad.
La Bolsa de Comercio de Rosario se preguntó cómo cambiaron las expectativas en relación al crecimiento económico a partir del brote del coronavirus. Y, en ese sentido, consideró que a pesar de que distintos gobiernos impulsaron medidas monetarias o fiscales expansivas a la vez que organismos multinacionales como Naciones Unidas y el FMI anunciaron paquetes de ayuda excepcional para colaborar en mitigar los efectos de la crisis, existe un amplio consenso sobre las limitaciones al crecimiento que impondrá el Covid-19.
En esta línea, la Ocde recortó su proyección de crecimiento mundial para este año de 2,9 por ciento a 2,4 por ciento. Se anticipan desaceleraciones en la tasa de crecimiento también en la zona Euro y en Japón, aunque la economía que más afectada sería China suyo crecimiento interanual pasaría de 6 por ciento a menos del 5 por ciento; su menor tasa de crecimiento de las últimas tres décadas.
Siendo la segunda economía del mundo y con un PBI que aporta el 17 por ciento del producto global, es natural que una caída en la tasa de actividad china se traduzca en una un menor crecimiento mundial, que en los últimos 7 años viene mostrando una tasa por debajo del 4 por ciento.
En rigor, a partir del surgimiento del coronavirus en China y su posterior expansión a otros continentes, la incertidumbre en los mercados ha tenido un marcado aumento, indicaron desde la BCR. El índice de Incertidumbre sobre Política Económica en Estados Unidos, confeccionado por la Reserva Federal de St. Louis evidencia sus valores más altos desde la crisis financiera de 2008, cuando Estados Unidos atravesaba una recesión. El nivel de incertidumbre que despierta el impacto económico-político del coronavirus supera ampliamente los picos de incertidumbre provocados por la crisis de deuda europea, el Brexit, las elecciones presidenciales estadounidenses e incluso la reciente disputa comercial entre China y Estados Unidos.
“Es decir, las inversiones abandonan aquellos activos más riesgosos en favor de activos considerados más seguros como el oro o los bonos del Tesoro de Estados Unidos. Así, el futuro de oro que cotiza en Matba-Rofex ha aumentado casi un 10 por ciento desde inicios de enero”, puntualizaron.
Como contracara, la limitación al flujo de personas y mercancías que impuso el gobierno chino para contener el avance del virus desencadenó una importante caída en la demanda de combustible para transporte y usos industriales (se estima que en el mes de febrero el 70 por ciento de la industria en China estaba paralizada) motivando el primer desplome del petróleo. Así, al 20 de febrero el combustible fósil cotizaba un 12 por ciento por debajo de su precio a comienzos de enero.
La segunda caída en los valores del crudo se produjo a partir del reconocimiento del impacto que el coronavirus tendría sobre la economía global. Con el virus expandiéndose a otros continentes, y generando muchos problemas de contención en Europa, las proyecciones de crecimiento mundial para 2020 comenzaron a recortarse.
Menor actividad económica esperada implica una menor demanda mundial de petróleo. A partir de ello, el crudo retrocedió un 23% (u$s 12,5) desde mediados de febrero a principios de marzo.
“Ante estas perspectivas, era de esperar que el mundo recorte su producción de petróleo para así contener la caída del crudo”, indicó la Bolsa. Sin embargo, ocurrió todo lo contrario. La Opep+ (la Organización de Países Exportadores de Petróleo y 10 productores independientes) no logró un consenso en esta dirección por la negativa de Rusia a disminuir su producción de crudo. Arabia Saudita respondió anunciando que incrementará entonces su producción petrolera y rebajará sus tarifas. Entonces, “ante una expectativa de sobreoferta de petróleo en un mundo cuya demanda se verá mermada en 2020 por una menor actividad económica”, se produjo la última gran caída del crudo. Los precios del petróleo cayeron u$s 9, es decir 23%, en la jornada del 9 de marzo posterior al anuncio de Arabia Saudita.
En línea con la caída del petróleo, que acumula casi un 50% desde inicios de enero, en lo que va del año al 10 de marzo las acciones de YPF en Nueva York perdieron un 47% de su valor.
¿Cómo se ve afectado el precio de los commodities agrícolas en este contexto? De acuerdo al análisis de las economistas de la Bolsa, la pandemia llega “para reforzar las dificultades de largo plazo establecidas en estos mercados”. Así, el Covid-19 “suma presión bajista a los precios ya resentidos a partir de la disputa arancelaria entre Estados Unidos y China y a la peste porcina africana”.
En lo que va del año, el índice de productos agrícolas elaborado por S&P cayó un 16% por la menor demanda proyectada de productos agrícolas tanto para consumo humano directo como para forraje animal.
La menor actividad económica global que se espera para este año “se verá reflejada en menores ingresos que recortarán o modificarán el consumo de alimentos, a la vez que caería la demanda de aceites vegetales y maíz para la producción de biocombustibles”.
Entre los países afectados por el brote Covid-19 China es un caso paradigmático para analizar el impacto de la crisis en Argentina, ya que “es el destino de casi el 90% de las exportaciones de poroto de soja (que aportaron cerca de u$s 3.000 millones en el 2019), el 70% de las carnes bovinas (por más de u$s 2.000 millones) y el 22% de la carne porcina (con un valor de u$s 3,5 millones en el 2019)”.
En Brasil, principal socio comercial y termómetro de lo que puede esperarse para la actividad local, la participación del gigante asiático en las exportaciones es incluso más alta, estimándose que se deterioren sus perspectivas de crecimiento para 2020.
Fuente: lacapital.com