ECONOMÍA – Los posibles escenarios para la creciente deuda mundial y sus consecuencias

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El nivel de endeudamiento global ya más que triplica el nivel del Producto mundial. Se abren muchos interrogantes sobre lo que viene. Más aún porque todavía no se conoce el deadline del coronavirus. La pandemia lo hizo. ¿Qué sigue?

Si algo trajo la pandemia a la economía mundial, además de recesión, es un nivel de deuda global récord histórico que ya supera el 330% del PBI del mundo (unos u$s260 billones) donde en los mercados desarrollados alcanza a más del 390% del PBI y en los emergentes al 230% del PBI (u$s73 billones).
No ha quedado gobierno en el mundo, con sus más y sus menos, sin niveles de endeudamiento inquietantes. Sobre todo porque aún no se sabe dónde termina. Mientras se debate el día después de la nueva normalidad y los gestores de inversiones dirimen la pulseada entre bonos y acciones (los sondeos del BofA y de Deloitte mostraron que más del 80% de los gestores y directores de finanzas consideran que las acciones y el oro están sobrevalorados, aunque sigue el furor de las recompras de acciones), el temor a una crisis de deuda global está latente. Lo cierto es que los niveles de apalancamiento preocupan, la economía no crece al ritmo del que lo hace la deuda.
Esto induce a los bancos centrales, sobre todos los del G7, a mantener bajas las tasas de interés, porque más deuda implica más gasto en el pago de intereses. Al respecto vale observar que el Índice de Global Aggregate Bond (un amplio mix de bonos globales seguido por los inversores) recortó su rentabilidad hasta un mínimo histórico del 0,8%, cuando 20 años atrás era del 5,6%. Para los analistas esto es una señal que anticipa que los futuros rendimientos del mercado de bonos serán mínimos durante los próximos años (hoy ya gran parte de los bonos soberanos ofrecen rentabilidades negativas). Claro que si bien esto es muy conviene para los bancos centrales y sus gobiernos, para los inversores en bonos, que saben que es muy probable que obtengan rentabilidades menores en años pasados, tendrán un abanico de riesgo-retorno bien diferente en el futuro.

De ahí que hoy se vislumbran tres escenarios para la deuda y los bonos.

Un escenario de “Tudo Bem”, sería el de una estabilidad, deseado por todos los gobiernos. ¿Cómo sería? Se invertirían las tendencias de los últimos 30 años; las tasas de crecimiento mundial superarían a la tasa de expansión de la deuda mundial, las tasas de crecimiento real se acelerarían y la inflación aumentaría, aunque no demasiado. Si bien sería posible marcaría una ruptura en algunas tendencias muy bien establecidas. En este escenario los bonos de los mercados emergentes serían los principales ganadores.

El escenario de “Big Bang” sería el de una expansión continua del gasto público que podría conducir precisamente a una gran explosión o debacle en la inflación, que destruiría el valor de la deuda en términos reales, pero limitaría el valor de los ahorros. Se lo considera poco probable, ya que predominan los efectos deflacionarios del coronavirus. El riesgo será mucho mayor si surgen limitaciones de capacidad en las economías en las que el gasto fiscal masivo genere un exceso de demanda que, en última instancia, haga subir los precios. En este caso a los bonos ligados a la inflación, como los TIPS de EE.UU., les podría ir relativamente bien.

El otro escenario sería el de un “Big Crunch” caracterizado por un mix de los actuales muy bajos niveles de crecimiento y un creciente endeudamiento, lo que terminarían en una espiral de deflación de la deuda. De producirse una baja en la inflación o incluso una deflación esto podría conducir a mayores costos reales de la deuda, lo que hace que las empresas y los consumidores dejen de pagar los préstamos e hipotecas. Esto a su vez conllevaría una presión sobre el sector bancario, que conduciría a menos préstamos y más insolvencia. En este entorno, el efectivo y los bonos soberanos de alta calidad probablemente superarían al transe.

Fuente: ambito.com