La canasta de alimentos y bebidas no alcohólicas se viene encareciendo al 3,5% mensual promedio este año (9 meses), acelerando casi 1 punto porcentual mensual respecto del mismo período del año previo (+2,6%). Además, advierte un informe del IERAL, esta escalada inflacionaria se produce mientras se desaceleran los precios internacionales de los commodities y existe un freno al dólar oficial.
En el mes de septiembre los precios de los productos alimenticios subieron en promedio 2,9%, una tasa que si bien es menor a la de los primeros meses del año (>4%), sigue siendo muy alta.
La persistencia de la elevada inflación contrasta con la importante desaceleración que se observa en dos variables que, a priori, influyen sobre los precios internos de los alimentos: el tipo de cambio oficial y los precios internacionales de commodities y alimentos, señala IERAL.
La cotización del dólar oficial pasó de crecer al 3,3% mensual en primer trimestre al 1,1% en el tercero. Por su parte, los precios internacionales (canasta FAO), desaceleraron del 3,2% al 1,3% mensual, en similar período.
De acuerdo al relevamiento que mantiene IERAL, en Latinoamérica la inflación en alimentos y bebidas promedia el 0,6% mensual en lo que va del año (valor mediano 10 países, no incluye Venezuela), una tasa considerablemente más baja a la de Argentina (3,5%), pero que es mayor a la que mostraba la región en el 2020 (0,3% mensual).
En el ranking de inflación acumulada desde inicios de año, luego de Venezuela (>400%), aparecen Argentina (36,4%), Colombia (12,2%), Paraguay (7,6%), Perú (6,5%) y México (6,1%).
¿Qué impacto tendrán los controles de precios?
Por otra partel el IERAL advierte que al reprimirse las fluctuaciones de los precios a través de los controles, se amplifican los ajustes por cantidades. Es lo que habrá de ocurrir de persistir el Gobierno con los últimos anuncios vinculados al congelamiento de precios de un amplio listado de productos, y lo muestran experiencias de años anteriores.
Esto se vio claro en el caso de la energía, cuando al fijarse tarifas debajo de los costos, se incentivaba una mayor demanda y, en forma simultánea, se desalentaba la oferta y la inversión. Así, los recursos de los consumidores y de las empresas se utilizan de modo ineficiente, haciendo que el crecimiento potencial se debilite.
Algo análogo a la vinculación entre precios y cantidades en el plano energético ocurre con la brecha cambiaria y el comercio exterior, y también entre la brecha cambiaria y los flujos turísticos, evalúa el IERAL.
Fracaso de la política cambiaria
Las últimas noticias vinculadas a controles de precios son una respuesta oficial al fracaso de la tablita cambiaria implementada desde comienzos de año. Hasta setiembre, la variación acumulada en el año por el tipo de cambio oficial es de 17,5%, la de los precios minoristas de 37 % y de 39,8 % la de los mayoristas. Si extrapolamos las curvas hasta diciembre, usando los guarismos mensuales acumulativos, se tiene que hasta fin de año el tipo de cambio habría subido un 23,87 %, los precios minoristas un 52,16 % y los mayoristas un 56,4 %.
En ese caso, la brecha entre la variación de los precios mayoristas y el tipo de cambio a fin de año llegaría a nada menos que 32,5 puntos porcentuales, siendo que, en condiciones normales, los precios mayoristas tienden a copiar la trayectoria del precio del dólar en el mercado oficial.
Tampoco ha hecho mella en la inflación el congelamiento tarifario. A setiembre de este año y en el acumulado de doce meses, el promedio simple de la suba de Electricidad, Gas y Agua ha sido de 6,6 %, o sea, 46,4 puntos porcentuales por debajo de la inflación núcleo del año transcurrido, que fue de 53,1 % (datos correspondientes a la Dirección de Estadísticas de CABA). Esta divergencia se potencia por el hecho que en 2020 también hubo una tendencia similar, cuando entre la núcleo y el promedio simple de esas tarifas la brecha acumulada fue de 33,1 puntos porcentuales.
Fuente: iprofesional.com