Según un estudio del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), la probabilidad de moratorias viene al alza, acentuada por el salto en las cotizaciones de los bienes primarios que limita el margen de maniobra de múltiples naciones.
Las nuevas circunstancias de dinero más costoso y escaso son motivo de inquietud en los mercados, especialmente después de que muchos gobiernos aumentaron sus acreencias para mitigar los coletazos de la pandemia. Quienes estudian estos temas señalan que la probabilidad de moratorias viene al alza, acentuada por el salto en las cotizaciones de los bienes primarios que limita el margen de maniobra de múltiples naciones.
Sin embargo, en el análisis de riesgos hay un sector que ha pasado relativamente desapercibido: el empresarial. No debería ser así, como lo han demostrado en un trabajo académico Philip Turner, profesor de la Universidad de Basilea en Suiza, y Iader Giraldo, investigador económico principal del Fondo Latinoamericano de Reservas.
Según el estudio en cuestión del Fondo Latinoamericano de Reservas (FLAR), la deuda en dólares de las compañías en América Latina merecería ser motivo de alerta. Las perspectivas de fortalecimiento de la moneda estadounidense, combinadas con la menor liquidez internacional y el alza en los rendimientos exigidos por los inversionistas muestran un panorama complejo que debería ser objeto de atención.
Al respecto, las cifras son elocuentes. Durante la época posterior a la crisis financiera de 2008 las medidas de estímulo adoptadas por los bancos centrales y las autoridades de los países desarrollados derivó en una búsqueda de mayores rendimientos por parte de los inversionistas.
En tal sentido, los bonos emitidos por las compañías no financieras latinoamericanas se volvieron una opción atractiva, entre otros motivos porque el saldo de reservas internacionales en la región llegó a ser considerable e indicaba que no habría problemas en cuanto a disponibilidad de recursos para el pago de intereses o principal. Al mismo tiempo, para una firma de la zona resultaba más barato endeudarse en dólares que en su propia moneda.
Como resultado, entre 2010 y 2020 las acreencias en dólares se duplicaron hasta acercarse al equivalente del 80 por ciento de las exportaciones. Ahora que el viento sopla en otra dirección, aparecen peligros que antes podrían haber sido calificados como manejables.
Con el fin de evaluar cuáles son estos, Turner y Giraldo tomaron datos de 160 empresas latinoamericanas que han participado en el mercado de deuda y encontraron varios hallazgos llamativos. Aunque todavía no se ven trastornos importantes, el estudio sirve de alerta temprana que los reguladores a lo largo y ancho de la región deberían tener en cuenta.
Hallazgos clave en base a 160 empresas
- El primer hallazgo es que los descalces cambiarios de las compañías financieras han aumentado. De tal manera, existiría una inadecuada cobertura que puede resultar muy onerosa de llegar a suceder una variación fuerte en los tipos de cambio.
- De otro lado, los investigadores muestran que existe un mayor apalancamiento ahora, que está relacionado con el endeudamiento en dólares, en el caso de las firmas del sector transable. Estas últimas, por cierto, no registran mejoras en el rendimiento del capital a pesar de que la devaluación de las monedas regionales ha sido la constante.Como complemento a lo anterior, resulta notable que las primas de riesgo pagadas por las empresas mostraron durante el periodo de análisis una tendencia a disminuir. Debido a ello, los autores plantean una pregunta válida, en el sentido de que los riesgos crediticios están siendo infravalorados.
- Otra evidencia revela que incluso cuando las tasas de interés internacionales disminuyeron, los pagos de intereses financieros se llevaron una parte muy importante de las ganancias. Cabe preguntarse, entonces, qué puede pasar ahora que el costo del dinero apunta a ser mucho mayor, de manera gradual.
- Afortunadamente, en medio de un proceso de cambio profundo, es una buena noticia que la financiación de bonos a largo plazo desplazó significativamente a los préstamos bancarios de corto plazo, o con tasa variable. En términos prácticos ello implica que el costo de endeudamiento estará más asociado al rendimiento de los bonos del gobierno estadounidense que a la tasa de los fondos que provea el Banco de la Reserva Federal norteamericano.
No obstante, si lo mencionado reduce el sentido de urgencia, cruzarse de brazos no es una opción. Giraldo y Turner consideran que es importante la adopción de reglas macroprudenciales por parte de las autoridades, orientadas a aquellas compañías que toman préstamos en dólares en los mercados internacionales de capital. Estas tienden a ser, comparativamente hablando, más estrictas en el caso de los bancos.
¿Qué otras medidas son aconsejables?
Los expertos mencionan la necesidad de mayor transparencia para entender tanto el mayor peso de las firmas no financieras en este renglón, como para examinar el destino de los recursos recaudados.
Al comentar los planteamientos hechos, durante un seminario virtual organizado por el Fondo Latinoamericano de Reservas a comienzos de junio, Martín Tobal, director de Análisis de Riesgos Macrofinancieros del Banco de México, elogió tanto la metodología como la profundidad del análisis realizado: “Este es un tema que requiere toda la atención”, señaló.
Y es que, si bien las miradas se concentran en la deuda pública de las naciones de la región, es indispensable contar con la fotografía completa. De ahí que el interrogante que plantean Giraldo y Turner sea totalmente procedente
“¿Qué sucederá cuando la política monetaria y regulatoria en los Estados Unidos endurezca las condiciones financieras en los mercados de bonos en dólares?”, dicen los autores del estudio. Para evitar futuros dolores de cabeza, es mejor comenzar cuanto antes a buscar una respuesta apropiada y a tiempo.
Fuente: ambito