ECONOMÍA – La suba de tasas da un golpe al consumo: se dispara el costo de financiar la tarjeta de crédito

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La estabilización del mercado cambiario -aunque precaria y sin ninguna seguridad de que pueda tener una continuidad más allá del cortísimo plazo- tiene altísimos costos para los consumidores.

Clientes que se habían acostumbrado a comprar electrodomésticos en el “Ahora 12” o directamente a refinanciar la tarjeta de crédito para llegar a fin de mes sufren un duro golpe, tras las sucesivas alzas de las tasas de interés. Una medida que fue resistida por el Gobierno pero que ahora se transformó en el único instrumento para bajarle la fiebre al dólar

No se trata acá de poner en discusión si la fuerte suba de las tasas de interés tendrán éxito para moderar la ola dolarizadora y atemperar la corrida cambiaria. Ni tampoco si Sergio Massa tendría sobre la mesa de operaciones otro instrumento para poner en práctica.

Lo único indiscutible es que Massa busca evitar una devaluación abrupta por todos los medios. Un objetivo difícil de cumplir bajo el actual contexto de inflación elevada y sin ingreso de dólares en el Banco Central.

Así y todo, cumplido el primer mes de gestión, el ministro pudo cumplir con esa meta. Eso sí, los costos están a la vista y se pagarán con un enfriamiento en el consumo y, por lo tanto, en la actividad económica. La falta de dólares, que desemboca en trabas a las importaciones y en aceleración inflacionaria, provoca ese trago amargo en medio de la incertidumbre.

Cuáles son los costos para pagar la tarjeta

Lo dicho: la súbita alza de las tasas convoca a que los inversores más grandes se queden en pesos. Y que los más pequeños dejen de pensar en dólares para mantener sus plazos fijos en los bancos.

El efecto no deseado es el incremento en los costos para endeudarse. O para refinanciar el saldo de la tarjeta de crédito.

Una cuestión que debe tener en cuenta el consumidor antes de decidir postergar pagos o tomar un crédito es si su salario puede crecer al ritmo de esa deuda. Lo más probable es que no. El problema es que, con semejantes tasas de interés, es muy probable que los sueldos se queden varios escalones por detrás.

Para tener una idea: si el consumidor sólo paga el mínimo de la tarjeta y patea para adelante el resto, esa deuda crecerá con un costo del 125% anual. Ese es el costo financiero total. Hay que tener en cuenta que se trata de una variable regulada por el Banco Central, y que supo estar mucho más baja durante la época de la pandemia.

En 2020, por caso, la tasa que cobraban las administradoras estaba en torno al 50% interanual. En ese momento, la inflación había retrocedido al 40% y los salarios se actualizaban en ese rango.

Ahora, es casi imposible que los sueldos crezcan al 125% anual, para ponerse en equivalencia con el costo que cobran las tarjetas si solamente se abona el mínimo y se patea el resto.

Tarjetas: lo peor está en el supermercado

Si el consumidor puede decidir con qué se financia, la opción de las tarjetas emitidas por los supermercados -a través de las financieras que emiten sus propios plásticos- es la alternativa más onerosa.

Esos plásticos, que las cadenas lanzan para ofrecer promociones sobre todo en el rubro de los electrodomésticos, ponen tasas de interés muy elevadas a la hora de financiar los consumos que están fuera de las ofertas.

Esos costos arrancan en el 163% anual pero trepan al 199% en el caso de algunas cadenas, de acuerdo a la información que los propios supermercados publican en sus páginas de Internet.

Con las tarjetas bancarias, el escenario no es mucho mejor.

Si una persona decide comprar en un comercio en 12 cuotas, el costo financiero total será del 165% en promedio. Claramente, muy lejos de la inflación. Pero sobre todo muy lejos de la evolución de su salario.

El “Ahora 12” no se salva

Muy distinto a lo que ocurría hace más de una década, cuando fue creado, el sistema del “Ahora 12” ya no significa comprar a 0% de interés.

El costo financiero, tras la última actualización, ya subió al 70% anual, en línea con la inflación de los últimos 12 meses. También con las mejoras salariales. Pero ya no es “gratuito”, lógicamente.

Una cosa es habilitar un subsidio cuando la inflación anual es del 20% o 25%, y otra muy diferente cuando salta al 70% o al 90%, como muy probablemente terminará este año. Si no más.

Está claro que estas subas de los costos tendrán impacto en el nivel de consumo por una doble vía. Por la pérdida del poder adquisitivo de los salarios, que inevitablemente pierden contra semejante suba de los precios, y porque las cuotas también ya quedan cada vez más lejos de lo que un asalariado puede abonar.

Objetivo: dólar en paz

Massa busca que la suba de la tasa de interés aminore la dolarización. Y que un mejor clima cambiario ayude a calmar las expectativas inflacionarias.La clave también pasa por encarecer el costo de los créditos en un nivel que le ponga freno al financiamiento “barato” de los productores, que toman pesos del mercado para después dolarizarse.

La gran cuestión es a qué nivel deberían trepar las tasas de interés para que eso suceda. Para que los tomadores de créditos en pesos perciban que pueden perder dinero haciendo esas operaciones.

Para lograrlo, desde Economía insisten que el ministro quiere ganar credibilidad en el mercado. Que sin ese paso será muy complicado lograr la ansiada estabilización del mercado cambiario.

Fuente: iprofesional