ECONOMÍA – Ecolatina no prevé crecimiento económico de Argentina en el primer trimestre y el PBI tendrá caída del 1,6% anual

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Lo que se está evaluando es el arrastre negativo de 2019 y el primer semestre ya jugado por acciones de austeridad para calmar a los acreedores y el Fondo.Desde el pico de actividad alcanzado por el gobierno de Cambiemos en el cuarto trimestre de 2017, el PBI acumuló en los dos años siguientes una contracción mayor al 7% en términos desestacionalizados, liderada por el desplome de la inversión y el consumo privado.

En comparación a las últimas crisis que sufrió la economía argentina, la actual puede ser considerada una de las más profundas y la más extensa. Luego de la crisis del 2001, la única recesión que superó a la actual, en términos de destrucción de producción, fue la del 2008/09.

En qué podría apoyarse y en qué no, un proceso de recuperación de la economía, más allá de los deseos expresados por el actual Gobierno de “poner la Argentina en pie”.

Es casi de perogrullo que la renegociación de la deuda es considerada por todos los especialistas como un vector clave, un parte aguas.

Según Ecolatina, “una reestructuración exitosa permitiría otorgar certidumbre a la economía argentina y relajar tensiones en el frente cambiario y financiero”. Pero, precisamente por los “deberes” que el Gobierno intenta realizar para sentarse en mejores condiciones con los acreedores es que la misma consultora anticipa que “no se espera que el consumo y la inversión pública sean en 2020 motores de la economía”.

Esto porque “el gobierno está siendo prudente en términos fiscales con el fin de dar señales a los acreedores”, donde “además de aumentar los ingresos a través de una suba de la presión impositiva, se encuentra tratando de resguardar el gasto público (principalmente a través de la seguridad social) para alcanzar un resultado primario sostenible y hacer frente a las obligaciones”.

Hay que tener en cuenta que, según Ecolatina, las medidas de alivio para los sectores de menores ingresos “podría otorgar un freno a la disminución del consumo”. Pero no más que eso. De ahí a una reactivación vía aumento de la demanda, hay un trecho.

A favor de algún tipo de reactivación, se puede apuntar que “el BCRA optó por relajar la política monetaria por medio de la disminución de la tasa de interés de referencia, colocando a la tasa de interés real en terreno negativo”, a lo que hay que agregar que, – al menos por ahora – “decidió mantener planchado al tipo de cambio oficial”.

“Por un lado, mejores perspectivas para la economía brasilera auguran una mayor demanda desde el país vecino, por otro lado, dos factores atentaran contra la expansión de las exportaciones. En primer lugar, la menor cosecha agrícola que, aunque será la segunda más alta de la historia, en la comparación anual será menor al pico alcanzado en 2019.Según Ecolatina, “anclar el tipo de cambio recompone el salario en dólares y el menor costo de financiamiento, junto a falta de alternativas de ahorro producto del cepo cambiario, podrían generar que estos sectores movilicen la demanda interna”.

Pero “el aumento de la presión impositiva y la incertidumbre respecto al porvenir de la economía argentina mantendrán a la inversión productiva en terreno negativo”. Aunque “las restricciones de acceso al mercado cambiario podrían generar incentivos a dinamizar la construcción -como consecuencia de la falta de alternativas para volcar los ahorros- y el otorgamiento de créditos subsidiados a la producción (principalmente PyMes) podría activar la compra de bienes de capital. De esta forma, la inversión podría cerrar el año con una desaceleración en su caída respecto de lo ocurrido en 2019”, según Cronista.

En cuanto al frente externo, hay buenas, regulares y malas.

En segundo lugar, el aumento de los derechos de exportación y la pérdida de competitividad generada por un dólar que se encuentra anclado, son factores que desincentivan los envíos al exterior. En este sentido, esperamos que los mismos se mantengan en terreno positivo, pero desacelerando su crecimiento respecto a 2019″.

En relación con las importaciones, aunque reducirían su caída respecto al año anterior, “las mismas continuarían contrayéndose debido a la alicaída actividad interna, pero también gracias a mayores restricciones e impuestos tendientes a proteger sectores sensibles de la economía argentina y a reducir la salida de divisas. En este último caso, la menor competencia de importados generaría un mayor espacio para la producción local para cuando la demanda doméstica repunte.

“En resumen, las medidas empleadas para reactivar la actividad dependerán primordialmente de como se resuelva la reestructuración de la deuda. Si la renegociación es exitosa, las decisiones en torno a la política monetaria y fiscal generarían un mayor dinamismo de la demanda interna y una mejora en los niveles de consumo hacía el segundo semestre. De lo contrario, la relajación de la política monetaria generará mayor brecha cambiaria y aumento de los precios, y la política de ingresos no será suficiente para aumentar el consumo”, concluye Ecolatina.

Y anticipa: “La mejora de la actividad en la segunda parte del año no logrará compensar la caída del primer semestre -ésta última también afectada por el arrastre negativo que deja el 2019- por lo que esperamos que el PBI promedie el 2020 con una caída del 1,6% anual, marcando su tercer año consecutivo de contracción”.

Fuente: iprofesional.com