La crisis internacional desatada originalmente por la pandemia de coronavirus, puso una vez más a la Argentina en el epicentro del cimbronazo que afectó a todo el mundo.
Así la Argentina se convirtió en el país más golpeado por la salida masiva de activos de países de riesgo y el fortalecimiento de los activos de poco riesgo como los bonos del tesoro americano, alemanes, japoneses, entre otros.
“Existe una verdad absoluta, pase lo que pase en el mundo a la Argentina le paga más y más fuerte que al resto de los países, dado que la incapacidad histórica de resolver los problemas de nuestra coyuntura hace que seamos los menos confiables a la hora de la toma de decisiones de inversores, ciudadanos y hasta de los contribuyentes”, señaló Iván Sasovsky, CEO de Sasovsky & Asociados.
“Nuestro país está en una crisis económica persistentemente intolerable para quienes son adversos al riesgo, y nuestro Riesgo País toco nuestro máximo histórico en los últimos doce años, y nada parece revertir esa tendencia decadente”, agregó Sasovsky.
La actividad económica no ha tocado fondo y eso se traduce en la propia recaudación de impuestos procíclicos como el IVA, el Impuesto al cheque, el Impuesto sobre los Ingresos Brutos, los que en febrero se han recaudado en torno a un 13% menos que la inflación, lo que se puede traducir en varias conclusiones:
1) se recauda menos porque se vende menos;
2) se recauda menos porque se evade más;
3) se recauda menos porque se vende menos y se evade más.
“Seguramente la tercera opción parece representar lo que está pasando, sin una política económica clara, lo primeros inversores del Estado argentino, que son los contribuyentes, deciden caer en la informalidad como mecanismo de ajuste de una economía raquítica, siendo que cuentan con la historia reciente en la que quien evade (cometiendo un delito) en muchos casos es premiado con una condonación de intereses y sanciones recurrentemente vía moratorias, blanqueos, planes de pagos ventajosos, entre otras opciones”, se explaya Sasovsky.
Esto es una realidad que no puede negarse y de la que se sale, si y sólo si, se recurre a la seguridad jurídica y a la baja de la presión tributaria, cuestiones que hoy parecen de ciencia ficción en este país.
Con este escenario auto infringido, la presencia de una parálisis económica internacional parecería ser la peor de nuestras pesadillas.
Cómo afecta el coronavirus a los impuestos y la recaudación
Este cisne negro del coronavirus consiguió cosas que nada tienen que ver con la salud, ¿o si?
Por un lado paralizó la industria manufacturera en China, generando la limpieza de gases de efecto invernadero más importante de los últimos años, puso en stand by la guerra comercial de Estados Unidos con China, ajustó un mercado financiero internacional que venía con ganancias acumuladas récord y nos recordó la importancia de lavarnos las manos.
Pero asimismo, paralizaron el turismo internacional, el mercado internacional y el consumo global.
Este ajuste en el consumo parecería ser la génesis de algo mucho más profundo y es la guerra por la producción de petróleo que implica que los países productores de petróleo mundial no se hayan puesto de acuerdo para aminorar la producción sino que todo lo contrario, la han aumentado generando una caída en el precio del barril de petróleo a valores paupérrimos y que termina de sepultar el sueño de que Vaca Muerta sea uno de los motores para poner a la argentina de pie.
“Esto implica que nadie invierta directamente a través de las propias operadoras, ni de forma indirecta a partir del mercado de capitales, comprometiendo los balances de YPF, nuestra principal petrolera”, puntualiza Sasovsky.
“Frente a toda esta novela, la argentina quizás tenga su gran oportunidad, al caer las tasas de rendimiento internacional de la inversiones, quizás una oferta de quita y espera pueden llegar a ser mejor digeridas por los tenedores de la deuda Argentina, aunque en estos momentos de zozobra también crece la posibilidad que los llamados “fondos buitres” se hagan de los títulos de deuda impidiendo una renogociación”, detalla el experto.
Esta conjunción de factores hace que una sola cosa esté confirmada: la recaudación de impuestos va a caer, en sintonía con el nivel de actividad.
Frente a esta certeza, Sasovsky advierte que se tendrán que volver a evaluar las estrategias de obtención de recursos del Estado para su funcionamiento.
O se bajan impuestos, se fomenta la inversión y se simplifica el sistema tributario nacional, provincial y municipal.
O se sigue presionando a los sectores cuya presión fiscal es récord y cuyos márgenes son exiguos en post de seguir manteniendo a esa mitad del país que vive en la informalidad a costa de quienes se encuentran presos de un sistema perverso en el que no paga el que más tiene, sino al que no le queda otra.
Fuente: iprofesional.com