El índice de precios al consumidor (IPC) aumentó un 0,5% el mes pasado después de subir un 0,9% en junio. En los 12 meses hasta julio, el IPC avanzó un 5,4%.
En los últimos tres meses la tasa interanual ha crecido del 4,2% en abril, al 5% en mayo y al 5,4 % en junio. Esta última es la mayor desde el verano de 2008.
Los aumentos de los precios al consumidor en Estados Unidos se desaceleraron en julio, pero la inflación en general se mantuvo históricamente alta en medio de continuas interrupciones en la cadena de suministro y una mayor demanda de servicios vinculados a viajes a medida que la actividad económica se recupera.
El índice de precios al consumidor (IPC) aumentó un 0,5% el mes pasado después de subir un 0,9% en junio. En los 12 meses hasta julio, el IPC avanzó un 5,4%. Excluyendo los componentes volátiles de alimentos y energía, el denominado IPC subyacente marcó un avance de 0,3% después de aumentar un 0,9% en junio.
El IPC subyacente se incrementó un 4,3% interanual tras avanzar un 4,5% en junio. En los últimos tres meses la tasa interanual ha crecido del 4,2% en abril, al 5% en mayo y al 5,4 % en junio. Esta última es la mayor desde el verano de 2008. El incremento en el costo de vida mensual siguió viéndose afectado por los servicios públicos (las tarifas de gas subieron 2,2% m/m) y por los costos de la energía, mientras que los autos usados y los servicios de transporte, que habían impulsado el registro mensual de junio, cedieron considerablemente en su ritmo de avance (los servicios de transporte incluso presentaron una reducción en sus precios respecto a junio). A nivel interanual, siguieron pesando los incrementos en los commodities que impulsaron los costos energéticos.
Según afirman los analistas de Bloomberg, la rapidez de la recuperación económica ha provocado un desajuste entre la oferta y la demanda en algunos sectores clave, a medida que las empresas intentan reconstruir sus inventarios y superar los obstáculos de la cadena de suministro que fueron causados por la pandemia de COVID-19.
Las bajas tasas de interés y casi 6 billones de dólares en ayuda gubernamental también han impulsado la demanda, lo que ha provocado que aumenten las presiones sobre los precios. La escasez mundial de semiconductores ha frenado la producción de automóviles, lo que ha hecho subir los precios de los autos y camiones usados y explica una gran parte el avance de la inflación en los últimos meses.
La Reserva Federal está prestando mucha atención a las presiones sobre los precios mientras reflexiona sobre cuándo comenzar a reducir sus tenencias masivas de bonos y empezar a elevar las tasas, desde los mínimos récord cercanos a cero.
Aunque el presidente de la Fed, Jerome Powell, ha reconocido que se verán notables subidas de precios, ha subrayado que serán de carácter “transitorio”, por lo que no prevé modificar los tipos de interés del banco central, actualmente entre el 0 % y el 0,25 % en lo que resta de año. El banco central estadounidense elevó sus previsiones de crecimiento económico hasta el 7 % y de inflación hasta el 3,4 % para el conjunto de 2021.
La campaña de vacunación de Estados Unidos, con casi 170 millones de personas inmunizadas contra el COVID-19, y la llegada del verano boreal con menos restricciones en comparación con el año pasado, han impulsado la demanda de viajes en avión y servicios de alojamiento en hoteles.
Aunque es probable que la inflación haya alcanzado su punto máximo, se espera que se mantenga elevada durante parte de 2022, ya que los precios de muchos servicios relacionados con los viajes aún se encuentran por debajo de los niveles previos a la pandemia.
El 21 y 22 de septiembre se llevará a cabo la próxima reunión de la Fed, en la que se discutirá una posible desaceleración en la compra mensual de activos financieros por parte de la entidad. En este sentido, serán de vital importancia los próximos datos de empleo e inflación de cara a la decisión que pueda llegar a tomar el organismo.