Los economistas advierten por un posible descenso del capital para este año y una migración de la inversión para reconvertir algunos sectores. De qué se trata el populismo económico, un concepto clave que marcará el rumbo de la economía mundial este año.
¿Hay riesgos de reducción del capital a nivel global? The Economist publicó un reciente informe en el que brindó una respuesta contundente: “Si”. Si bien hoy el capital es abundante, las tasas de interés a largo plazo son bajas, las empresas están mostrando una tendencia a la reducción del capital para concentrarlo en sectores específicos, esto se hará más visible en el 2022. El populismo económico, la necesidad de inversión para hacer más cortas las cadenas de provisión y la transición energética, las razones detrás de este fenómeno.
Sebastián Edwards y Rudiger Dornbusch, dos economistas que dieron “en la tecla” sobre una definición del llamado populismo económico. Se trata de un enfoque que no ve limitaciones al crecimiento económico – ni en la inflación, ni el endeudamiento-. Para The Economist, “los populistas latinoamericanos” emiten dinero para pagar grandes gastos públicos “y terminó mal” pero todavía “sigue vivo”. A modo de ejemplo señala a Venezuela, “Turquía parece decidida a abrazar una versión y en la Argentina, nunca llegó a eliminarlo por completo”.
Pero en otros países, inesperadamente también hay un “populismo económico” señala el artículo. Una señal es “una política fiscal discrecional” que se evidenció con Joe Biden (el paquete de 1,9 billones de dólares), el fondo de recuperación de la Unión Europea (u$s900.000 millones).
“El estímulo fiscal ha vuelto a ser favorecido porque las limitaciones de política económica, tales como los déficits presupuestarios, tienen menos peso cuando las tasas de interés son bajas. Pero, con el paso del tiempo, el gasto financiado con déficit comenzará a absorber ahorro excedente”, expresó The Economist.
La firma de inversión Marko Papic del Clocktower Group llama al giro hacia el estímulo el “consenso de Buenos Aires”, en contraste con el consenso de Washington, que aconseja prudencia.
¿Aumento de la inversión?
Un segundo factor es el aumento de la inversión para dar continuidad a los negocios. “Es probable que las cadenas de producción globales se acorten, en parte, para evitar los cuellos de botella que afectaron la producción en 2021. Y traer las plantas de producción un poco más cerca de cada país de origen de las empresas requerirá más capital”, vaticinó el medio. “La rivalidad entre Estados Unidos y China está llevando a cada país a duplicar la capacidad en ciertas industrias claves, tales como la de semiconductores. Esas acciones absorberán capital”.
Cambio climático
La transición a una energía más verde es esencialmente un problema de gasto de capital, argumentan Eric Lonergan y Corinne Sawers en un próximo libro. Cualquier intento serio de contener el alza de la temperatura global requiere deshacerse de activos que sostienen la economía sobre la base de carbono –torres petroleras, usinas a carbón, estaciones de bombeo de nafta– y construir una nueva infraestructura basada en vehículos eléctricos y energía eólica y solar y en el almacenamiento de baterías. Hay que volcar mucho capital para crear estos activos.
Ninguna de estas tres tendencias se desarrolla plenamente en un año calendario. Lo paradójico de los pronósticos es que 2022 puede aportar evidencias en contra de la tesis de escasez de capital. Si la Reserva Federal eleva las tasas de interés lo hará tempranamente en el ciclo de negocios, lo que iría en contra de la idea de un giro hacia una política populista. El proyecto de ley de gasto “Reconstruir Mejor” (Build Back Better) de Biden puede quedar acumulando polvo.
Fuente: ambito