El BCRA las introdujo el 16 de abril de 2020 para contener la brecha. Si bien ofrecen rendimientos reales negativos desde septiembre, el stock de privados sigue en ascenso.
El 16 de abril de 2020, la autoridad monetaria introdujo las tasas mínimas garantizadas para todos los plazos fijos tradicionales de hasta $ 1 millón.
En ese momento, la misma debía ser equivalente a un 70% del rendimiento de la Leliq, por lo que había quedado fijada en 26,6%.
¿El motivo? El día anterior, la brecha entre el dólar oficial y las cotizaciones financieras había superado por primera vez en años el 60% y el stock de plazos fijos se encontraba en franco retroceso y había perforado el piso de $ 1,4 billones, $ 50.000 millones por debajo del promedio de marzo.
El incentivo dio resultado. Al ofrecer un rendimiento superior al 2,2% mensual, los plazos fijos tradicionales comenzaron a ofrecer cobertura inflacionaria, algo que se verificó a mediados de mayo, cuando el Indec informó que la inflación del mes previo había sido del 1,5%.
Desde entonces, el stock de plazos fijos tradicionales por parte de privados fue en aumento, por lo que la entidad que preside Miguel Pesce apuntaló su estrategia actualizando las tasas mínimas garantizadas y extendiéndolas a depósitos superiores a $ 1 millón e incluso con independencia de si lo establecían personas físicas o jurídicas.
Pero esa estrategia virtuosa de incentivar a los plazos fijos mediante rendimientos por encima de la inflación se cortó en septiembre. Desde entonces, las tasas mínimas garantizadas no volvieron a ofrecer un rendimiento real positivo, pese a que el BCRA elevó las tasas mínimas garantizadas a 34% de TNA en octubre, y a 37% de TNA en noviembre, rendimiento que se mantiene hasta hoy para los plazos fijos de hasta $ 1 millón.
Es por ello que en caso de que la inflación de marzo se ubique por encima del 3% -algo que ya a esta altura casi que se decuenta- las tasas mínimas garantizadas habrán acumulado su séptimo mes seguido brindando rendimientos reales negativos, luego de haber cubierto la inflación en los cinco meses posteriores a su lanzamiento. Cabe recordar, en tanto, que los analistas que participaron del último Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM), situaron a la inflación de marzo en 3,9%.
Pese a ello, el stock de plazos fijos acumula una suba de más de 90% en el último año, y de casi un 20% desde que comenzó el 2021. Es que si bien ya no tienen el impulso del rendimiento real positivo, sí se ven favorecidos por la escasez de otras alternativas de inversión.
“Cuando lanzaron la tasa mínima, al iniciar la pandemia, ya se había realizado una importante emisión de pesos que derrumbó las tasas de mercado. En ese marco fue que se buscó poner un límite mínimo para que las tasas de los plazos fijos sean atractivas en un contexto en el que la liquidez se iba a dólares y disparaba la brecha. La estrategia fue efectiva en el inicio porque por la cuarentena aumentó la demanda de pesos y el rendimiento era atractivo”, explica Amilcar Collante, economista de Cesur.
“Pero tras la crisis cambiaria de octubre todo eso se modificó, y las tasas mínimas empiezan a perder primero contra el dólar alternativo y después contra la inflación, cuyo shock alcista aún no terminó. En ese sentido se enmarca que desde noviembre se hayan disparado las colocaciones no tradicionales, que serían los plazos fijos UVA, el único mecanismo para los ahorristas minoristas menos sofisticados de no perder frente a la inflación”, agrega.
Es que mientras el stock de plazos fijos tradicionales de privados continuó subiendo por escaleras, el de los plazos fijos UVA lo hizo por ascensor. Prueba de ello se refleja en que los primeros avanzaron un 19,9% desde que comenzó el año, mientras que los plazos fijos UVA casi se duplicaron al trepar 95,9% en ese mismo período.
“Los plazos fijos UVA vienen creciendo más rápido, pero desde un nivel más bajo”, coincide Martín Vauthier, director de Eco Go. Pese a ello, analiza: “Hay muchos pesos en la economía, con la emisión que se hizo el año pasado para financiar el déficit. Y buena parte de ellos se canalizaron en plazos fijos. Parte se originan en FCI y otra son de inversores institucionales, que tienen pesos y no pueden irse a dólares”.
Por último, agrega que “debe tenerse en cuenta que, para determinado tipo de inversores, los plazos fijos no tienen sustitutos perfectos, ya que no tienen riesgo de precios, como por ejemplo sí tienen los bonos en pesos”.