Analistas destacan que, pese a un posible menor crecimiento de la economía, podría mantenerse el crecimiento en puestos de trabajo. Aclaran, también, que no todos los sectores evolucionarán igual.
De acuerdo a los datos difundidos por el Ministerio de Trabajo, en base a los números de la Seguridad Social, el empleo registrado volvió a crecer en noviembre para acumular 23 meses consecutivos de mejora. La suba se produjo, principalmente, por el aumento de monotributistas y asalariados privados. Según las cifras oficiales, el empleo formal mejoró 0,4% mensual (47.800 personas más) y un 5,1% interanual (630.800 personas más).
De cara a lo que pueda ocurrir este año en materia de empleo, se abren distintos interrogantes y desafíos. Si bien un crecimiento menor de la actividad económica podría conspirar contra la creación de nuevos puestos, para analistas consultados se espera una continuidad en la recuperación, aunque a una menor velocidad. Y que, además, será diferente en cada sector.
“El empleo registrado con datos hasta noviembre continuó mostrando un crecimiento firme. Para el total de los puestos de trabajo, la generación de empleo viene siendo de 0,84% por cada 1% que crece la actividad, un guarismo que cae al 0,74% para el empleo registrado privado. Esta última categoría, que representa cerca del 50% del total, se encuentra en niveles del máximo alcanzado en diciembre de 2017”, explicó a Ámbito Claudio Caprarulo, director de la consultora Analytica.
De cara a lo que pueda ocurrir este año, el analista detalló: “En 2023 esperamos que continúe recuperándose en cantidad de trabajadores incluso con una menor tasa de crecimiento de la actividad; aunque seguramente no alcance a evolucionar al promedio de 2022. Lo que ciertamente preocupa es el crecimiento del empleo por cuenta propia e informal, que estimamos que también continuó creciendo en nivel y posiblemente en participación durante el último trimestre. Las mejoras en la calidad del empleo llegarán de la mano de la estabilidad macroeconómica y políticas de formalización”.
Al analizar una posible ralentización del crecimiento en el empleo registrado, Hernán Letcher, director del CEPA, señaló: “El dato de la Encuesta de Indicadores Laborales (EIL) de diciembre no muestra un desempeño positivo. Es el primer guarismo que puede indicar la no continuidad de este proceso, aunque no deja de ser una encuesta, por lo que no se puede ser contundente hasta tanto no tengamos los datos oficiales”.
“En términos genéricos, el motor del empleo en los últimos meses fueron la recuperación de hotelería y gastronomía, que ya recuperó los puestos perdidos por la pandemia; la industria, que tuvo un crecimiento sustancial; el comercio, asociado a la evolución de la industria; y la construcción”, agregó Letcher, quien remarcó: “De estos rubros, si la industria presenta una meseta en su desempeño, es posible que tenga efectos en una ralentización sobre la generación de puestos de trabajo en el sector. Lo cierto es que, en los últimos meses, ya se vio un amesetamiento de la actividad industrial y, sin embargo, se generaron puestos de trabajo”.
“Es por eso que hay que ver sector por sector. En comercio, sigue en buena medida la suerte del sector productivo e industrial, y en parte de la evolución del poder adquisitivo. Y estará sujeto a esa cuestión. La construcción quizá sostiene la evolución positiva, teniendo en cuenta de que sigue siendo negocio construir y que la política del blanqueo puede traccionar en el sector”, concluyó el director del CEPA.
Previsiones
“Si bien es cierto que la totalidad del trabajo registrado viene experimentando un crecimiento en los últimos meses, es pertinente decir que la modalidad que está impulsando la mayor parte de la expansión observada es la de monotributo. Cuando repasamos los números del SIPA, vemos que entre enero de 2019 y noviembre de 2022 hubo un total de 849.000 puestos de trabajos adicionales registrados, de los cuales el 62% corresponden exclusivamente al aumento del empleo independiente (527.000), un 26% le correspondió al empleo asalariado público (217.000) y sólo un 12% (105.000) al asalariado privado”, explicó por su parte Emilio Prado, Economista de la Fundación Libertad y Progreso.
El ingreso de los trabajadores es otro aspecto en el que hizo foco el analista: “Paralelamente a los números de empleo, hay que considerar el proceso inflacionario en el que está sumergido el país y su impacto directo en el poder adquisitivo de los trabajadores. Si consideramos la variación interanual del mes de noviembre, vemos una caída del salario real para los privados registrados en torno al 2,3% (siendo el quinto mes consecutivo de caída) y del 3,6% si consideramos el nivel general de los salarios”.
Con ese escenario, las proyecciones de Prado para el 2023 no son alentadoras: “Las previsiones para este año, en principio, no son las más optimistas por dos razones. Por un lado, el impacto de la sequía sobre el sector agropecuario y las exportaciones, que da indicios de un escenario que será recesivo para la economía argentina y un entorno internacional menos favorable (por la política monetaria restrictiva de los bancos centrales y una probable caída en los precios de los commodities). Y, por otro lado, la dinámica que genera el déficit fiscal junto al stock de deuda remunerada ponen piso a la emisión monetaria y, por ende, a los niveles de inflación proyectados para el 2023. De esta manera, el objetivo del gobierno de bajar la inflación al 60% es incompatible con el curso de la política actual, la cual se estima que sólo cerraría con inflación en torno 100%”.
Fuente: ambito