IMPOSITIVAS – Por qué el FMI apunta la mira sobre el Monotributo

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El Monotributo hoy representa entre un 13% del total de trabajadores registrados, y en valores nominales alcanza a 1.943.200 afiliados.

El Monotributo existe en la Argentina desde el 2 de Julio de 1998, promulgada por el entonces presidente Carlos Menem.

Desde aquel momento, se ha convertido en un solución práctica, barata y exitosa para ordenar el sistema tributario, regularizar la informalidad, fomentar el desarrollo de nuevas industrias y sobre todo, una herramienta mágica para que el propio Estado pueda, bajo la figura de “contratación de servicios” tener empleados sin tener que registrarlos como tales y sin que esto afecte estadísticamente los datos, llegando a ser la principal forma de contratación de sobre todo nuevas dependencias estatales.

El Monotributo hoy representa entre un 13% del total de trabajadores registrados, y en valores nominales alcanza a 1.943.200 afiliados. Desde su concepción los beneficios radican en la posibilidad de estar regularizado frente al fisco como contribuyente pagando un monto único mensual fijo (que se ajusta por la variación del Coeficiente de Movilidad Jubilatoria que se compone en un 70% por la inflación y 30% por la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (Ripte) y que te permite hacerlo hasta tanto se facture los montos máximos previstos para la compra de bienes o la prestación de servicios y/o locaciones.

“Esto permite que quienes contratan a los monotributistas no tengan que adicionar a la factura el correspondiente IVA, y el total de la misma es deducible. Para el Estado y los contratos por prestación y/o locación de servicios, implica directamente un ahorro del 21% de lo que se paga”, señala Iván Sasovsky, CEO de Sasovsky & Asociados, en su columna para Infobae.

Frente al Impuesto a las Ganancias, el Monotributo actúa como un paraíso fiscal interno, puesto que mientras para los responsables inscriptos la contratación de un inscripto en el Régimen Simplificado de Impuestos implica la deducción del gasto total, que permite una disminución en la base imponible equivalente al 35% (teniendo en cuenta la alícuota total abonada dependiendo del tipo de contribuyente que se trate), ya que representa el pago del 5,43% aproximadamente, de acuerdo a la categoría que se trate, por lo que hay un ahuecamiento de la base imponible de casi 30 por ciento.

El Monotributo representa el pago del 5,43% aproximadamente de la carga tributaria respecto del régimen general, de acuerdo a la categoría que se trate, por lo que hay un ahuecamiento de la base imponible de casi 30 por ciento

En la última auditoría, previa al tercer desembolso del crédito stand-by, el Fondo recomendó a las autoridades argentinas: “Emprender una evaluación para identificar a aquellos contribuyentes que están incorrectamente registrados bajo el régimen tributario simplificado (Monotributo). También es necesario examinar el sistema de Monotributo desde una perspectiva generalizada de la política tributaria y su relación con el régimen del impuesto a la renta personal. Un primer paso importante será la implementación de un plan de acción de auditoría integrado para el Monotributo que convierta al 20 por ciento de los contribuyentes bajo este régimen”.

El FMI sabe que el equilibrio fiscal llega de la mano de una reducción de gastos, un aumento de ingresos y/o una disminución de ambos componentes en su conjunto.

Bajo esta premisa, pide revisar el régimen y pensar una convergencia entre el Régimen Simplificado de Impuestos y el Régimen General, pues la herramienta para ellos ha dejado de ser efectista y cada vez se está observando los estragos de la parálisis del ciclo económico que hace añicos la recaudación.

Frente a este escenario, el monotributo parecería ser un hallazgo de una cantidad impresionante de contribuyentes que estando registrados, tributan prácticamente un tasa marginal.

¿Y si el Monotributo es el camino hacia la solución?

Para analizar este punto es importante recordar:

– La economía argentina es la quinta a nivel mundial con ingresos en negro;

– Por cada $100 hay $50 que se mueven en la informalidad;

– La presión tributaria global hoy está en un nivel récord;

– La falta de observación real de las bases imponibles y la sobreutilización de presunciones convirtieron a el peso de las cargas del Estado en las más altas de todo el planeta;

– La falta de seguridad jurídica y el fracaso del pacto fiscal hacen que el esquema tributario actual no pueda sostenerse por sí mismo entre nación, provincias y municipios es infernal. Gastamos más de lo que generamos.

Frente a esta situación, el Monotributo puede convertirse el principio de una solución que necesariamente tiene que llegar para que el país pueda ordenarse fiscalmente.

La idea de pagar poco y aumentar el número de contribuyentes está en el génesis de este régimen, por lo que el inicio hacia una reforma integral del esquema recaudatorio argentino está frente a nosotros.

Prueba de eso es que frente a diversos intentos de hacer más engorrosa y controlada la existencia de monotributistas, su número no ha bajado, sino todo lo contrario.

En definitiva el régimen supo resolver problemas que en el resto del sistema tributario hoy parecen imposibles. Así como tenemos que cambiar lo que está mal, también debemos defender al menos algo de lo que resultó exitoso en este sistema tributario perverso.

Sasovsky cierra su columna en Infobae con una pregunta: ¿Por qué desmantelar un régimen en el que todos quieren estar para instaurar uno que lo remplace y del que todos quieren huir?

Fuente: iprofesional.com