Deuda, dólar, inflación, déficit fiscal, exportaciones, empleo, consumo y salarios serán las claves de 2020.
Las urgencias de la economía se acumulan sobre el escritorio de quien sea presidente desde el 10 de diciembre. Con poco margen de maniobra, impaciencia social y recursos escasos, quien ocupe la Casa Rosada deberá enfrentar múltiples frentes. Para los analistas, las chances de que la macroeconomía se encarrile durante 2020 son escasas.
La restructuración de la deuda será el eje que le marcará la cancha al resto de las variables. En este tema, la pregunta central es cuál será el alcance del reperfilamiento y qué tan amigable será para el mercado. Hasta ahora, los candidatos han hablado de llegar a un consenso con los bonistas. Pero para que esto fuera posible sería necesario concretar un mayor ajuste fiscal y lograr un nuevo acuerdo con el FMI.
El próximo año se deberían cubrir vencimientos por US$63.000 millones, lo que es equivalente al 14% del PBI. “No creemos que haya una quita explícita en la futura reestructuración, pero sí un estiramiento de los plazos y una baja de cupones acordes a lo que el país pueda pagar dado su magro crecimiento”, plantea el economista Guido Lorenzo desde la consultora LCG. Para la calificadora de riesgos Fitch, no alcanzará solo con aplazar los vencimientos como ocurrió en el caso uruguayo. Fitch advirtió que “podría ser necesario un acuerdo que ofrezca un alivio permanente para la deuda a través de una quita o reducción de cupones”.
Detrás de toda esta negociación estará el Fondo Monetario, que aún tiene pendiente un desembolso de US$5.400 millones para este año y que tendrá que sentarse a discutir con el gobierno argentino cómo se estructurará la devolución del préstamo de US$57.000 millones que gestionó el macrismo y que hay que empezar a pagar a partir de 2021.
Los analistas ven chances de avanzar en esta vía aunque con mayores condicionamientos de parte del FMI. “Un canje voluntario parece ser la salida más adecuada. El gobierno buscará pasar del stand by con el FMI a facilidades extendidas”, dice Lorenzo.
De cómo se pacte la reestructuración de la deuda dependerá, a su vez, el manejo del déficit fiscal. Para este año las consultoras prevén un rojo en torno a 1,2% y anticipan una resultado similar para 2020. Con los mercados de deuda cerrados, el margen fiscal del que dispondrá el próximo gobierno es más bien acotado. Para LCG, “la opción de financiar cualquier desequilibrio deberá surgir por el lado de la emisión monetaria o la suba de impuestos”.
La otra cara de la moneda es profundizar el ajuste que viene llevando adelante la gestión actual. Pero aun así las posibilidades de hacer un recorte sustancial son pocas. Una muestra de esto es que el gasto en Seguridad Social (jubilaciones, pensiones, beneficios sociales) representa el 40% del gasto primario y se indexa por inflación pasada. “Entendemos que deberá ponerse nuevamente sobre la mesa la discusión acerca de cómo avanzar hacia una reforma del sistema previsional que sea sostenible en el tiempo. Pero esta vez debería hacerse seriamente, apelando a un consenso amplio de todos los sectores de la sociedad”, postula LCG.
Sin financiamiento y con alto nivel de gasto público, uno de los dilemas que se vienen será cómo manejar al dólar. Todos los analistas coinciden en que a partir del próximo lunes habrá una profundización de las restricciones cambiarias. “A partir de la semana que viene el acceso al dólar va a ser más difícil”, señala Victoria Giarrizzo, de Elypsis. Para Nery Persichini, de GMA Capital, la suba del dólar de los últimos días “está anticipando un escenario de mayores restricciones. Creo que es probable que vayan hacia algún tipo de desdoblamiento [del tipo de cambio]”.
De lo que ocurra con el dólar dependerá también lo que pase con la inflación. Para Consultatio: “Hacia fin de año, la inflación estará determinada por la evolución del tipo de cambio (oficial y brecha), remarcaciones preventivas ante la posibilidad de que el próximo gobierno implemente un acuerdo de precios, cierta inercia inflacionaria por efectos retrasados del tipo de cambio sobre el nivel de precios y también por lo que, pensamos, será una emisión monetaria del Banco Central para financiar al Tesoro en diciembre”.
Hacia adelante, además de la evolución del tipo de cambio, la inflación dependerá de cuál sea la política tarifaria del próximo gobierno. Desde Ecolatina apuntan que “en los próximos meses las tarifas permanecerán congeladas y crecerá el gasto en subsidios”. Sin embargo, señalan que “es probable que haya que realizar nuevas correcciones en este frente a principios de 2020”. De este modo, “el proceso de reacomodamiento de precios relativos no dará respiro al inicio del próximo gobierno y la inflación seguirá elevada (es decir, por encima del 3% mensual) por lo menos, durante el primer trimestre del año que viene”. Según Economía y Regiones, “los principales referentes de Alberto Fernández plantean hipergradualismo en materia de política antiinflacionaria, lo cual sería un seguro de más inflación y contracción del PBI per capita. Por el contrario, Argentina necesita política antiinflacionaria de shock para bajar la inflación lo más rápido posible y volver a crecer”.
Para 2020, el Fondo Monetario pronostica que la inflación argentina será del 39% y en la misma línea se ubican las consultoras. Los pronósticos no son mejores para calcular lo que ocurrirá con la actividad y el consumo. Moody’s estima que el PBI caerá 3,8% en 2019 y 2,5% en 2020. Contando la baja de 1,8% de 2018, “Argentina enfrenta tres años consecutivos de recesión”.
En este escenario Moody’s señala que el desempleo “probablemente seguirá aumentando en 2020, lo que agrega un estrés significativo a los trabajadores del sector privado. Además, la alta inflación continuará limitando el poder adquisitivo de los consumidores”.
Con desempleo en alza, las perspectivas para el consumo no son las mejores. “Las expectativas de inflación a la deriva, combinadas con la incertidumbre política, elevan el costo del crédito a niveles inalcanzables para la mayoría de los consumidores y las deficientes condiciones operativas debilitarán aún más la capacidad para pagar sus créditos”, plantea Moody’s.
Para 2020 el FMI espera una caída de la actividad del 1,3% y LCG proyecta un derrumbe de 3,8%.
Si bien los mensajes de los candidatos se centran en recuperar el crecimiento y el empleo y poner plata en el bolsillo de los argentinos, hasta ahora no hubo anuncios concretos acerca de con qué medidas podrá llevarse esto a cabo esta reactivación. “Argentina tiene un problema estructural de baja productividad y no vemos que haya agenda en esa dirección”, dice LCG.
En el mediano plazo, la única señal de alivio vendría del lado de las exportaciones, que aumentarían cerca de 4%. “El crecimiento de las exportaciones da alivio fiscal, permite acumular reservas, lo que podría descomprimir parte de la presión interna sobre los precios importando más”, plantea LCG.
Pero la consultora ACM advierte que por el menor crecimiento mundial, la desaceleración de Brasil, la guerra comercial entre Estados Unidos y China y “las grandes chances que existen de un retorno de las retenciones a las exportaciones, es probable una desaceleración en el crecimiento del volumen exportable del país”. Estas razones “ponen en duda la capacidad de la Argentina de generar sucesivos superávits comerciales, condición necesaria (no suficiente) para el repago de la deuda externa”.
Fuente: ieco.clarin.com